[Reseña] «No existen elementos malignos». Sobre 'Aglacei' de Verónica Monroy Romeral

Cuando te encuentras con libro que te va a gustar, por lo menos a mí me pasa, sientes un pálpito, algo que te dice, este es el libro que llevo buscando un tiempo. No es que otros no nos gusten o entusiasmen, pero, por lo que sea, hay veces que las novelas nos atrapan nos unen a ella y hacen que veamos a los personajes como algo propio y su mundo como algo natural. Esto es lo que me ha pasado en esta ocasión con la reseña que os traigo hoy aquí.

Pero antes de ponerme con ella, quiero explicar que la reseña sale a estas horas tan extrañas porque he tenido casi que hacer las doce pruebas de Hércules para conseguir mi libertad vacacional. Disculpad por el retraso, pero tenía tantas ganas de traeros la reseña del libro de hoy que no he querido retrasarlo más.

¿Cuál es el libro? Es Aglacei de Verónica Monroy Romeral y se publicó en Amazon el 1 de julio. En cuanto vi la publicidad en la cuenta de twitter de Promoción Literaria (de la que ya os he hablado alguna vez), supe que tenía que leerlo y que me iba a encantar. Vamos con él, de verdad, espero que os guste.

Condenado desde hace un siglo a vivir como un lobo, Aglacei ve el momento de regresar a su tierra cuando una misteriosa vidente le revela que la Heredera de la Oscuridad derrotará a Gadén, culpable de su maldición. Para ello, tanto él como su aliada Karesia deberán guiar e instruir a una muchacha desconocedora de la magia elemental en un viaje que transformará sus oscuros ideales. En un mundo violento y repleto de enemigos, el guerrero con el corazón de hielo, acostumbrado a actuar solo en beneficio propio, encontrará bajo la forma de unos ojos verdes una razón por la que luchar más importante que su apariencia.

Una vuelta al concepto

Aglacei y Karesia están hartos, después de cien años malditos no ven diferencia entre un día y otro. Sin embargo, algo alterará la monotonía el mago de Gelidum, convertido en lobo, y la semidragona, que no puede adoptar su forma de dragón. Una vidente les revelará que si consiguen reunirse a la «Heredera de la oscuridad» y derrotar  a Gadén, la bruja de Asidonia, podrán deshacer sus maldiciones.

Noxveria, una muchacha algo torpe y un poquito rara, no podrá soportar sus alucinaciones y pesadillas. Todo su entorno cree que es muy fantasiosa, pero cuando una noche, al volver de estar con sus amigos, unos seres extraños la atacan no tendrá más remedio que asumir que son reales.

¿Podrán deshacer la maldición Aglacei y Karesia? ¿Noxveria conseguirá saber qué es lo que realmente ve y qué es lo que la pasa?

Como podemos ver, las premisas de las novelas son las propias de este género: romper una maldición, que haya un elegido, la formación de una conveniente compañía, el caos total que se puede desatar. Sin embargo, me ha encantado porque todos estos temas de la fantástica se desarrollarán con particularidades que harán de la novela una experiencia nueva y adictiva.

Ya hemos dicho que la historia comienza con Aglcei un mago maldito, que además da nombre a la novela, pero pronto entenderemos que él no es el protagonista, sino que es lo que podríamos decir un protagonista interpuesto. La voz del protagonista masculino da paso a la voz de los personajes femeninos de Karesia y Nox. Ambas actuarán a través del hilo conductor que es el lobo, pero serán quienes ejecuten las acciones para que la novela avance.

Además, otra de las diferencias que me han apasionado es que normalmente el elegido, aparte de ser hombre, parece que siempre va a traer el reino de la luz y la bondad a su mundo. En esta novela no, desde el momento uno vemos que el libro está de parte de los seres denominados ‘umbra’ aquellos que manejan todos los sentimientos oscuros. En este sentido la novela nos dará una lección de conceptualización, las ideas de bien, mal, fuego, hielo, etc. que tenemos interiorizadas de otras novelas de fantasía se verán trastocadas con tal naturalidad que  no nos extrañará. Es por esto que parece lógico que «elegido» en esta novela sea todo lo contrario a lo que conocemos: mujer y heredera de la oscuridad. Este nuevo concepto de las tinieblas no tiene nada que ver con la justificación del mal necesario típico de «si hay luz tiene que haber oscuridad», sino con algo más orgánico, más real y es que estos sentimientos no existen por oposición existen y punto, y en tanto que es así tú puedes elegir qué hacer con la noche, qué hacer con lo que sientes y decidir a dónde dirigirlo.

Así veremos que en este viaje a través de los continentes de Eguroa y Asidonia todo evoluciona poco a poco. Con unos personajes que no aparentan lo que son, asistiremos no solo a su descubrimiento, sino también a su cambio de perspectiva no solo a través de los hechos, que también, sino de la reflexión. Y esto me ha llamado la atención, parece que en las novelas de fantasía los héroes solo aprenden a golpes, en esta no solo, sino también al calor de una hoguera planteando y reflexionando sobre lo acontecido y lo sentido.

Para todos los gustos

Reconozco que hacía mucho tiempo que no me pasaba esto y menos con esta circunstancia, pero os lo confieso, me he enamorado.

Los personajes de la novela de Verónica son personajes bien construidos y bien definidos. La autora no juega con dobleces de los pareceres, sino con sentimientos y hechos. La idea del personaje que oculta algo y que el lector tiene o puede adivinar hay veces que nos cansa ya un poco. En esta novela no es así, los personajes son de una manera y sus cambios de ser y parecer vienen justificados por la narración la reflexión del propio personaje. Son personajes que parecen reales, que actúan de manera realista.

Pero no dejamos de hablar de un lobo, una dragona, una bruja, elfos, demonios, genios… Toda esa narrativa se nos mezcla con un mundo perfectamente configurado y del cual conocemos sus coordenadas muy pronto.  Con estos dos ingredientes, una fantasía bien montada y unos personajes bien construidos no es raro que al final terminemos siendo fan de alguno.

En mi caso gana Aglacei. Este mago convertido en lobo nos dará la perspectiva de quien teniendo unos principios bien asentados, comenzará a cuestionarse si eran tan válidos para todos como él pensaba. Para mí lo especial de este personaje es su autenticidad, su capacidad de seducción, que provoca que todos giren en torno a él, cuando el centro de gravedad es otro.

Noxveria por su parte es la protagonista que necesitábamos. Basta ya de mandar a niños de trece y catorce años a la aventura (que parece pokemon, de verdad...). Esta muchacha de veintiún años nos enseñará a ver el mundo a su manera. La relativización de conceptos que mencionábamos más arriba vendrá de su mano.

Finalmente, y para tener a los tres principales, aunque hay un montón de personajes más que son geniales, como mi otro favorito que es Nacteel; nos vamos con Karesia. La verdad es que esta semidragona al principio no me decía nada, la vería muy típica. Sin embargo, poco a poco me di cuenta de que era el personaje más «humano», por extraño que parezca, que encontrábamos en la novela. Su condición de dragón no la impide entender y comprender a los humanos, lo que la hace una consejera y diplomática estupenda.

Y, cómo no, no podríamos no hablar del contrapunto que no puedo llamar «maligno» porque a priori y bajo nuestra perspectiva todos lo son: Gadén, la bruja de Asidonia. Cuando he hablado de la trama no he dicho nada en este sentido porque quiero evitar los spoilers, pero tengo que reconocer que el antagonista de este mundo es típico y particular a la vez. Gadén una bruja que se deja llevar por sus ansias de poner esconce mucho más en el corazón y en el cerebro. Esta combinación, tan poco frecuente en los antagonistas, transformará nuestra historia en un conflicto a tres bandas. ¿Podemos pedir más?

Hace mucho tiempo…

Como he dicho al principio, hacía mucho tiempo que no me emocionaba con un libro de manera tan limpia, sin poder sacarle un pero.

En Aglacei encontramos una historia bien construida, con unos personajes perfectamente caracterizados y un ritmo estupendo. La pluma de la autora es ágil, divertida y concreta. No le da mil vueltas a las cosas ni nos lleva al tedio con sus descripciones, nos hace vivir cada escena y cada emoción. Pero es que a todo esto tenemos que añadir los giros que da al género tanto en construcción de personajes y trama como en conceptualización del mundo. «No existen elementos malignos. Uno siempre será quien quiera ser».

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