[Reseña] La repetición como pecado. Sobre ‘Estación Uno’ de Rosario Jiménez Roque

Desde luego cometemos errores como especie. Da igual el lado, el ancho, el color o el revés, que como grupo hay determinadas cosas que no estamos sabiendo gestionar, como por ejemplo nuestro espacio, el lugar en el que vivimos. Nuestra actualidad no podría ir más en este sentido.

Siempre he dicho, tanto desde que estudié en la facultad hasta dando las clases de literatura hoy, que lo escritores tienen como un sexto sentido, un algo que les hace ver de manera preclara las consecuencias de las acciones de un grupo humano, incluso, con mucho tiempo de antelación. En este sentido, lo que nos está pasando hoy en día ya había sido bosquejado por muchos autores (se inclinaban más por lo nuclear que por lo microscópico, aunque también los había con esta idea).

Con esta premisa me acerco hoy al blog, para presentaros la novela de una autora que ya ha estado por aquí antes con su obra Guerras de Poder: Cisma. Ella es Rosario Jiménez Roque y su novela es Estación Uno, una propuesta donde casi a través del monólogo vivimos la soledad de la especie y el ansia de tener un motivo para seguir.

Basada en la falsa noticia de internet llamada “la Mona Lisa de la luna”, Estación Uno, es un viaje en el tiempo con el espacio como escenario donde pasado y futuro se funden en una misma cosa.

En un futuro no muy lejano la vida en la Tierra expira tras una inevitable tercera guerra mundial. Ragna y Neferu, dos humanoides creados artificialmente por los últimos supervivientes, tienen la misión de encontrar un lugar similar al que una vez fue el planeta que dejan atrás para recrear la vida de la Tierra. Sin embargo, sus experiencias durante el viaje, así como las opiniones que cada uno se va formando sobre lo que significa el ser humano, les llevará a plantearse si es eso lo que deben hacer realmente.

Casi una ópera espacial

La Tierra ha sufrido su Tercera Guerra Mundial y a los humanos no les queda otra salida, morir o salir. Para ello han creado a Neferu y Ragna, dos humanoides asexuados que viajarán en la nave Arca con toda la carga genética de nuestro planeta para encontrar otro donde renacer.

La premisa, en sí épica por el gran trabajo que tienen nuestros dos personajes, se verá potenciada porque la autora ha decidido que el mejor camino para la reflexión es la soledad. Así vemos que el viaje se plantea con ellos en hibernación y que, aunque sean dos, sus creadores han decidido que en caso de que sea necesario despertar solo lo hará uno cada vez. La primera de la que conoceremos un despertar será Neferu, la voz femenina, aunque no será su primer despertar, como veremos por las reflexiones que tiene sobre el entorno, pero sí el primero que conoceremos los lectores.

Comienza de este modo la cuestión. Neferu ante la soledad se plantea la necesidad de no ser ella sola. Y sabe que no lo es, Ragna está junto a ella, dormido, pero no puede no dejar de preguntarse por el otro. Así el tema de la otredad y qué es se desarrolla en la primera instancia de la novela. No obstante, esa reflexión tiene una contrapartida: Ragna.

Ragna es la voz masculina de la obra y sus preocupaciones centrales no serán las mismas que las de Neferu, aunque la autora iguala ambas voces con los recuerdos y reacciones de los dos personajes, para él las cuestiones serán la supervivencia, la finalidad y la libertad. Será con él con quien comience a cuestionarse la conveniencia del éxito de la misión y gracias al cual tengamos el planteamiento que todos esperábamos: ¿se merece la humanidad una segunda oportunidad?

Cuestiones que necesitan tiempo

Como vemos, el planteamiento en cuanto a temática es muy interesante y cercano a la idea que tenemos de esa ciencia ficción que habla de las grandes cuestiones. Como dejaba caer más arriba es una obra que me ha recordado a 2001 Odisea en el espacio, no solo por los elementos de los que ya he hablado como la soledad, sino también la pausa.

Estación Uno es una novela pausada, que se permite detenerse a pensar cómo sería una vida en donde ya no existiéramos, donde fuéramos mito, que se pregunta cómo se pueden enmendar los errores de la humanidad y la imperiosa necesidad de la pertuación. Sin embargo, os conozco, podríais decir que una novela tan pausada no es para vosotros. No me entendáis mal, la novela se toma su tiempo sí, pero el ritmo es muy ágil y esa soledad se ve apelada por las circunstancias exteriores. 

Además, el estilo es muy fluido, la novela está muy bien escrita y su lenguaje sencillo, cercano, pero no por ello impreciso, nos lleva de la mano.

El diálogo como clave

No obstante, esta reflexión y pausa no tendría sentido si no hubiera un diálogo con otro que provoque ideas en nosotros, de ahí las circunstancias exteriores que mencionaba antes. Ragna y Neferu descubren cómo comunicarse y poco a poco comienzan a sentir la necesidad de despertar ambos a la vez, cosa que sucede solo cuando hay un planeta que sea posible colonizar. Mientras tanto, los problemas de cualquier vehículo, en este caso una nave espacial, llevará a la aparición de nuevas entidades que darán réplica a los planteamientos que tendrá Neferu por un lado y Ragna por otro.

En este sentido la novela me ha gustado mucho también porque esas entidades artificiales no se convierten, más que por desconocimiento momentáneo, en el terror del humano contra la máquina. Se convierten en replicantes y acompañantes que solo matematizan los pensamientos de los humanoides. Sobre los sentimientos, Ragna y Neferu ya tendrán suficiente con aprender qué son ellos mismos.

Es que la humanidad nunca gana

No puedo hablar más allá de las vivencias que se sucederán en la novela, y lógicamente no puedo desvelaros el final. Sin embargo, sí que os puedo decir que su conclusión me ha gustado mucho, a la vez que, como toda buena novela de ciencia ficción, me ha creado cierta incomodidad como ser. El mensaje es claro, no vamos a ganar nunca jamás si no hay un cambio en nuestra mentalidad. Las preocupaciones como seres pensantes y que viven sociedad son completamente legítimas, no así nuestra capacidad de análisis y solución que siempre se ve sometida a sentimientos de supervivencia no muy fundamentados.

Ragna y Neferu no son sino nuestra intención de hacerlo a la próxima, de ganarnos una segunda oportunidad donde el planteamiento entienda más de sentimientos y necesidades, que de análisis y conclusiones lógicas. Os recomiendo realmente la novela y a ver si conseguimos una segunda oportunidad. 

El libro en el Bolsillo

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