Víctimas de nuestra potencia. Descubriendo La raza asesina de Jorge Domínguez

Cuando somos pequeños soñamos qué podemos ser. Parece que cuando nuestro cerebro está todavía desarrollándose el poder y el soñar, el llegar a ser se confunden en un todo uniforme. Así quiero ser astronauta, por ejemplo, se fusiona con el puedo ser astronauta y el llegaré a serlo. Después, crecemos y vemos que esa nebulosa se define y aparece la capacidad de ser o no algo. La novela que me trae hoy aquí cuenta esto entre otras cosas, qué pasa si lo podemos todo y qué perdemos por el camino al intentar poderlo.

La novela es La raza asesina de Jorge Domínguez publicada por la editorial Luz Azul, a la que agradezco que me hiciera llegar el libro electrónico. La lectura ha sido muy interesante y entretenida, ya que la obra es compleja, tanto por sus temas, como ya he dejado entrever, que van desde lo más cotidiano a lo más trascendental, hasta su entramado, que está enlazando constantemente y nos recuerda lo que ya ha sucedido.

La humanidad ha conseguido desarrollar totalmente su capacidad cerebral y gracias a ello se han convertido en desarrolladores del universo. Uno de ellos, Niftaleon de Verán, tendrá que acudir a Sumer (la Tierra) para continuar con esa misión desarrolladora. Sin embargo, el asesinato de una familia aliada en este sistema, los Publio,  hará tambalear los cimientos del entramado creado por los Sistemas. Así, comenzarán a desvelarse los planes que se mantenían ocultos y la humanidad terrestre por fin conocerá que no está sola en el universo. 

La forma: raíces

Como decíamos al principio, la novela es compleja, pero no debemos confundir complejidad con que la narración sea aburrida. Muy al contrario  la obra sabe mantenernos enganchados gracias en gran parte a su entramado y sus personajes.  

La novela nos plantea que los humanos han conseguido desarrollar completamente su capacidad cerebral y han entendido que forman parte del universo como una célula más de él formando el mundo de los Sistemas. Su misión es desarrollarlo y de ahí deriva la problemática con Sumer (la Tierra). Aunque se ha intentado, los seres humanos de este sistema no consiguen evolucionar porque en ellos impera un gen que les hace ser violentos, por ello solo tienen una opción: liberar a aquellos humanos que lo porten.

Los Publio, una familia aliada en el sistema Sumer, se han mezclado con portadores del gen, por ello has sido eliminados. A partir de ahí, una investigadora, Patricia Evans, se verá involucrada y, en cadena, se verán involucrados seres de los sistemas, como Wippen y Niftaleon de Verán (Nif), y más Voluntarios que ya están en Sumer, como Ekghurial.  Cada uno de ellos será determinante para la trama y, aunque entienden que cada ser es una neurona del universo, cada personaje no podrá dejar de sentir que tiene una misión particular y especial. Este sentimiento es lo que hace que la novela se enrede, como si de unas raíces se tratara, ya que en su estructura se nos irán descubriendo las misiones de cada uno de los personajes, sus reacciones y engaños para ocultar su misión supondrán el impulso en la trama. Sin embargo, está bien hecho, los personajes antes de su participación en el tejido nos son presentados, de manera que, antes de que se descubra cuál es su papel, ya nos hemos familiarizado con ellos. De esta manera, al igual que se desarrolla lo que podríamos llamar un plan universal, se desarrolla la novela.

Complicaciones innecesarias

Ahora bien, esta trama podría funcionar mucho mejor si dos factores de la novela estuvieran más pulidos, bajo mi punto de vista: el tiempo de la narración y el espacio.

A priori, la narración nos aparece dividida en dos tiempos: capítulos en el pasado y capítulos en el presente. Sin embargo, esta división es engañosa por la propia idiosincrasia del mundo, que nos hace ver que el tiempo planetario es inconmensurable en la medida humana. De esta manera, la división en muchas ocasiones nos puede llegar a confundir o cansar, más si tenemos en cuenta que el propio relato está tan bien construido que se deriva el tiempo de él. Y sobre el espacio nos pasa un poco lo mismo. La localización cuando es fuera del planeta Tierra es interesante y tiene sentido porque aparecen personajes nuevos, con nuevas características. Ofrece muy buena ambientación. Sin embargo, los saltos de localización en la Tierra cortan, a veces, el desarrollo. Creo que establecer estas coordenadas de manera tan sistemática ralentiza y hace pesada la narración. Sin embargo, con respecto al espacio, tengo que reconocer que las descripciones sobre los planetas, que se hacen en los episodios de Nif, son hermosísimas. A veces quizá son un poco largas y profusas, pero consiguen que el lector se recree en el paisaje en el que se está desarrollando el protagonista y se obnubile del mismo modo que él lo hace. En este sentido recuerda a las descripciones que hace C.S. Lewis sobre todo en su Trilogía Cósmica.

La sociedad potenciada: lo estático

Enganchada, al principio por una trama intrincada y adictiva, pronto se le unieron unos personajes interesantes y extremos. Los personajes en La raza asesina, ya sean humanos de la Tierra, como humanos de los Sistemas, en algunas ocasiones parecen Campanilla: solo les gobierna un sentimiento. No es que no puedan tener varios sentimientos a la vez, sino que en la exposición, al ser personajes que tienen el conflicto del ser y el deber, se centran solo en uno de los sentimientos. Dicho lo cual, los personajes son estupendos.

Para ello nuestro autor ha conferido de un sistema cultural y de sociabilidad a los humanos de los sistemas muy interesantes. El hecho de estar en su máxima potencia hace que puedan leer el código genético de los seres vivos con los que se relacionen por lo que, entre otras muchas cosas, esto hace que no necesiten del lenguaje, si no quieren, para comunicarse entre ellos, dando lugar a relaciones muy profundas y auténticas. En este sentido, la explicación de los sentimientos de los personajes será de una profundidad y racionalidad excepcionales. Así, las relaciones entre Tolorrane (Tolo), Piro, Nif y Lorin serán complejas pero estupendas de leer.

No obstante, quizá la pega que pondrían yo a los personajes es que precisamente el protagonista y su ayudante (Wippen) sufren una metamorfosis excesiva. Es cierto que está justificada textualmente, pero quizá no se desarrolle lo suficiente cómo se puede pasar de la bondad más absoluta a la crueldad más descerebrada y viceversa. 

Un particular con decisión

Además, da más rabia si cabe, si encontramos una evolución de personajes estupenda y bien desarrollada como son Luca y Aliakom, eso sí para plantearnos dos grandes cuestiones: ¿qué implica amar a otro, aún cuando ese otro es radicalmente opuesto a ti?, y ¿qué nos espera al morir? Estas cuestiones se unen en estos personajes. Él superviviente de la familia Publio gracias a su relación con Aliakom. Ella una Voluntaria de los sistemas que ha decidido no seguir el plan original, ya que piensa que lo que ellos creen que es evolución, para ella es solo odio, desastre y, sobre todo muerte.

Así, cuando un aura (así denominada en la novela) se desarrolla completamente, consigue al liberarse unirse a la conciencia universal con toda sus experiencias. Si el aura no está preparada, quedará atrapada en la inconsciente universal y se perderá para siempre. Esto es lo que hace que Kom sienta culpabilidad, ella libera (asesina) humanos sin conciencia, despreciando sus auras, eliminándolas para siempre; también es lo que hace que sienta un amor desmedido por Luca, porque el desaparecerá seguro. Así Kom tendrá que afrontar sus decisiones rebeldes. 

El motivo de la novela: la potencia.

Una de las cosas que más me enganchó desde sus primeras páginas fue que, aunque antes de comenzarla se nos ofrece una cita que da la clave, ¿qué pasaría si los seres humanos pudiéramos emplear el ADN afuncional?, lo que se me estaba contando estaba encubierto. Si tuviéramos que decir de qué va, diríamos que sobre la condición humana, pero, creo que no estaríamos del todo acertados.

¿Qué función tenemos en el universo? Para ellos, el ser humano, una vez que ha conseguido salir de la cadena alimenticia, es capaz de reprimir su violencia, ya que no tiene que pelear por sobrevivir y puede desarrollarse. Esto lo convierte en una parte más del universo, como una neurona en el cerebro, en el cual tiene que desempeñar una función. A partir de este supuesto cabe preguntarse cuál es esta función y así se desarrolla el conflicto entre nuestra condición de desarrolladores y nuestra condición de depredadores. Ahora bien, ¿dónde queda la individualidad? No podemos dejar de pensar que somos únicos, por ellos imponen su solución ante el problema de la involución de Sumer y los dos personajes principales, Ekghurial y Nif, nos enseñarán que la potencia no implica perfección, sino más torpeza, ya que aunque potenciados no son capaces de prever las consecuencias, como sucede al equipo terrano que intenta combatirlos.

Como podemos ver, los temas que desarrollan son universales y cuestiones que de una u otra manera sí se han planteado a lo largo de la historia de la humanidad.

La verdad la novela me ha gustado mucho. La exposición de los temas es muy original, porque sin ser obvia, no se nos dice «y ahora vamos a tratar de esto», sino que se nos involucra en la narración y su reflexión, resulta lo suficientemente clara como para poder formarse una opinión al respecto. Los personajes son diferentes, interesantes y gracias a la buena creación del mundo (aun con las imperfecciones que hemos dicho) comprendemos perfectamente lo que les sucede y hacen. Al fin y al cabo podrían ser nosotros.