[Reseña] El profundo sentir. Sobre ‘Tólenmaq. El hijo del dragón’ de Rosario Jiménez Roque

La diferencia entre lo que somos y lo que queremos ser no es tan largo camino si invertimos el orden de los factores y decimos que somos lo que queremos ser. La verdad es que si lo pensamos un poco este tipo de afirmaciones no tienen mucho sentido, ya que, al fin y al cabo, de hecho, somos y esa configuración no depende de lo que no es (el querer ser), sino de lo que hemos sido. Aquí viene, eso sí la verdadera problemática, puesto que parece que, desde esta perspectiva, ese camino del pasado es lo que nos determina.

En fantasía, jugamos con esta idea a través de las profecías, los espíritus latentes y el orden natural de las cosas, y esto es lo que hará nuestra novela de hoy. Tólenmaq. El hijo del dragón es una novela de Rosario Jiménez Rosario, autora que ya es asidua al blog (Guerras de poder Cisma y Estación Uno), que nos adentra en una fantasía a cara descubierta, donde curiosamente no tendremos malos y buenos.

Tras la muerte del último rey se ha desatado la guerra entre las familias nobles más importantes del país; el conde Lacquin amenaza las fronteras de los Vaylot y de los Galfly, enfrentados desde el asesinato de la hermana de Lord Vaylot por el actual señor de los Galfly, y en el norte todo es caos por culpa de los amoríos del Caballero Gris, que ha puesto a todos en contra de su familia, los Castha. Ante la perspectiva de una inminente masacre tanto el Templo como los Druidas, dos fuerzas encontradas en lo que a cultura y creencias se refiere, deciden reunirse con ánimo de escoger al siguiente monarca, al que brindarán todo su apoyo en la guerra. Nada en claro sale de esa reunión salvo una cosa: la profecía de un Rey que superará a todos los demás, que será hijo del Conde Lacquin, y que elevará la categoría de ese reino a la de imperio. Un Rey no nato y que es presa de una terrible maldición.

El Hijo del dragón, nos introduce en lo que será una saga de fantasía donde no hay buenos o malos propiamente definidos, sino que todos los personajes luchan, hacen y deshacen según sus propios intereses personales. Vemos matices de la cultura celta que ha perdurado hasta nuestros días, y su desaparición a causa de una nueva creencia que va cuajando poco a poco en las mentes y corazones de los habitantes. Descubrimos símbolos cotidianos con un nuevo significado y referencias a algunos clásicos.

Una batalla, un comienzo 

Los Galfly y los Vaylot han entrado en guerra por el asesinato de una joven madre y su hijo. Los Castha tienen cuentas pendientes, ya que han ofendido a bastantes familias nobles por culpa de su Caballero Gris, y el conde Lacquin, aprodado el dragón, aprovechará la oportunidad para visitar a todos los condes con su ejército. Del inicio de este conflicto surgirán dos cosas: una maldición y una profecía. La maldición sobre la descendencia del dragón y la promesa de que uno de esos descendientes será el rey que traiga la paz a esas tierras. Si la maldición no le alcanza antes.

Sin embargo, hay un presente que abordar y una guerra en ciernes que afrontar. Sacerdotes, druidas y hombres tendrán que tomar posiciones en este nuevo mundo que, inevitablemente, surgirá de un conflicto que esperan que no arrase con todos.

Así, nos situamos en la primera página de Tólenmaq. El hijo del dragón y nos encontramos, como podéis comprobar, ante un conflicto que a mí en particular me sobrepasó un poco al principio. Para mí, que tengo una memoria muy vaga, la verdad es que el comienzo ha sido un poco difícil por la cantidad de información: casas diferentes, nombres de diferentes personajes (mujeres, niños…). Y no solo eso, además, líos de faldas y traiciones. Sin embargo, a medida que vas leyendo va quedando perfectamente claro y entiendes perfectamente todo lo que ha pasado. Aunque el principio es un caos, precisamente porque lo que se sucede en este mundo es el caos político, consigues engancharte y establecer las relaciones entre el principio y lo que sigue.

Una vez que pasamos este inicio, la novela nos hará una exposición muy clara, casi a modo de fotogramas, donde iremos repasando cada uno de los territorios, mágicos y no mágicos, que conforman el mapa del mundo de Tolénmaq.

En este aspecto, la narración se va a dividir en dos planos bien diferenciados. Por un lado, tendremos el mundo mágico de los druidas y los sacerdotes que nos revelarán cuál es la magia del mundo y su religión. Como en todas las novelas de fantasía, los personajes druídicos se nos mostrarán un poco como los ordenadores del mundo, pero como particularidad encontraremos que se involucran sin ningún tapujo en el mundo de los humanos. Me ha gustado que unos y otros puedan convivir y que, aun con ello, todavía se mantengan las ideas de que no existe ese mundo mágico o que son estafadores. Esto provoca algunos conflictos curiosos e incluso graciosos porque es como que niegan lo que ven.

Por otro lado, encontraremos el mundo humano, en el cual, como os podréis imaginar, nos encontramos con las guerras y las intrigas políticas más sutiles y más burdas. Violaciones, raptos, capturas, estrategias defensivas, ofensivas, mercenarios; todo lo encontraremos en los conflictos entre estos cuatro condes que se quieren hacer con el trono que los gobierne a todos. A diferencia del mundo mágico, los humanos no intervienen en las disputas de los druidas y el Templo (los sacerdotes), es más, tal y como dejaba ver antes, los humanos tienden a ignorar dicho mundo, bajo mi parecer, en un intento de creer que son ellos y solo ellos los dueños de su destino.

Y el día que se abrió la boca

Sin embargo, los hombres están equivocados, pero los druidas y sacerdotes también. Nada más comenzar nuestra historia, nos encontraremos que ambos mundos dependen de una profecía y una maldición. El juego que encontraremos en la novela es cómo se van moviendo los hilos de la trama y las acciones de los personajes, unos conscientes de este entramado y otros en él de manera inevitable, para favorecer o no el cumplimiento de ambas predicciones. Y es que la cuestión que nos plantea la novela es que no hay una solución buena y una mala, sino que hay que ver los matices de cada una de ellas.

El mundo mágico se verá salpicado porque no serán capaces de controlar ni la maldición ni la profecía, ya que el mundo humano por una vez les ha afectado directamente y no saben cómo enfrentarse a ello. Así, su mundo se escindirá en dos y los humanos seguirán mientras tanto chocando las espadas. Solo aquellos que unan los dos mundos serán capaces de traer el orden y la paz a Tólenmaq.

Completa y continua

La novela me ha gustado mucho y me ha tenido enganchada todo el tiempo de lectura. Frente a otras novelas de fantasía, no busca complicar la trama con giros inesperados, sino que sorprende porque va revelando el mundo en el momento justo. El tempo es estupendo y, una vez más, a él se une una escritura estupenda que nos ofrece un estilo ligero para ser una fantasía épica. Los personajes no son entidades con dobleces, sino con diferentes caras, que pueden cambiar su punto de vista y tomar sus propias decisiones. Con todos los elementos de la fantasía, pero renovándola con un conflicto que no es solo el de los hombres, Rosario Jiménez nos introduce en el mundo de Tólenmaq, un mundo donde los dragones seguramente ganen. Espero que os lancéis con ella. 

El libro en el Bolsillo

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