[Reseña] El instinto dormido. Sobre ‘La llamada de lo salvaje’ de Jack London

El instinto es algo que nos mueve y que nos es difícil de asumir por esa idea de que somos más «humanos» que animales. Sin embargo, no nos deja de sorprender cuando, por circunstancias extremas, animales y humanos actuamos por encima de nuestras posibilidades, superando nuestra resistencia física o psicológica. A esto se añade, en el caso de los animales, lealtades que para nosotros son del todo desconocidas y que les lleva a una fidelidad por encima de su propia integridad física. En este sentido, a pesar de haber tenido compañeros, siempre me ha impactado e incomodado esa incondicionalidad.

La novela que nos trae hoy aquí, en una edición completamente cuidada y muy trabajada de la editorial Vicens Vives, nos adentramos en esa lealtad sin medidas, en esa supervivencia por encima de sus posibilidades. La novela es La llamada de lo salvaje de Jack London y me ha supuesto un proceso de reflexión bastante interesante. Espero que os guste.  

Ambientada en Canadá durante la «fiebre del oro» de 1897, La llamada de lo salvaje relata la  lucha por la supervivencia de Buck, un perro al que unos desaprensivos raptan en California para ser vendido en las gélidas tierras del Norte. La crueldad a la que Buck debe hacer frente queda mitigada, sin embargo, por el amor y la fidelidad que el perro siente hacia su amo, una lección vibrante que London nos transmite en todo su dramatismo.

De sur a norte

Buck es un perro acostumbrado a la buena vida, como guardián de una hacienda de California, solo tiene que preocuparse de jugar con los niños y de que nadie entre en casa. Sin embargo, la necesidad de uno de los criados lo lleva al norte, a trabajar como perro de tiro del trineo de correos. Así poco a poco, Buck irá entendiendo el mundo de manera que pueda sobrevivir a él.

Así, el libro nos presenta la perspectiva de Buck un perro que, viviendo en una finca acomodada, es raptado y vendido como perro de tiro para trineos en Canadá. El cambio ambiental no será el mayor de sus problemas y, sin embargo, pronto conseguirá, gracias al sentido del trabajo bien hecho, adecuarse a su nueva condición. Eso sí, hombre mediante, proceso durante el cual vemos como el ser humano concibe que «la bestia» debe ser domada para demostrar su predominancia, para conseguir sumisión. La del garrote empieza a enfrentarse a la ley del colmillo.

Soy lo que me das

De hecho, el autor hace mucho hincapié en esta simbiosis sumisión-predominancia. La propia crueldad de los humanos, se va trasladando al propio perro, que a pesar de tener un sentido feroz del deber y el honor, también asume como tales la supervivencia a cualquier costo: robo, matar al rival, quitar los apoyos…

A través de su visión, la de Buck y el resto de perros que se incorporan a la narración, vamos comprobando cómo el hombre moldea el temperamento del animal, cuya reacción constante será «llamada de lo salvaje», es decir, su propio instinto y su propia naturaleza. De este modo, siempre puede quedar en duda sí la crueldad y crudeza que encontramos en el comportamiento de Buck proviene per se de su condición animal o bien es algo promovido y suscitado por el comportamiento humano. Sin embargo, parece que podemos encontrar cierta idea del autor hacia el final de la novela… algo así como «somos lo que nos enseñan, damos lo que recibimos».

La reflexión del hielo

Siendo sincera ha sido un relato muy duro porque, a pesar de que podemos encontrar valores como el esfuerzo, el tesón y la inteligencia, que encontramos en Buck, también tendremos episodios de violencia animal, tanto del hombre contra animales, como entre los propios animales.

Estas escenas serán relatadas en la obra con gran detalle y sin filtros, lo que hace que el lector en algún momento tenga que pausar la lectura debido a la incomodidad que le produce la escena. Más allá de esta sensación todas ellas son una perfecta ilustración de los temas que aborda la obra, con lo que quedan más que justificadas. Además, el estilo es cuidado y sencillo, con lo que permite al lector recobrarse y continuar con la historia.

Por otro lado, las reflexiones que realiza el protagonista sobre su condición y sus castigos poco a poco se van orientando a cierto sentimiento de obligatoriedad y dependencia, como sucede con las personas maltratadas y es complicado leer estos pensamientos sin sufrir con Buck.

Crueldad necesaria

Lo cierto es que se podría decir que, al terminar la novela, queda cierto sentimiento de melancolía, por el sufrimiento injustificado y por la necesidad de sobrevivir a una adversidad sin sentido. Sin embargo, también es verdad que el instinto de supervivencia de Buck y sus reflexiones sobre el ser humano y su llamada de lo salvaje dejan un sentimiento de consuelo.

Añadimos a esto que la novela se nos presenta con una muy buena traducción, con ilustraciones que nos ambientan muy bien y con un estilo directo y que engancha. Además, claro, de la cuidada edición que siempre nos ofrece la editorial. Os animo a que os aventuréis con él y que dejéis sentir la llamada. 

El libro en el Bolsillo

Puedes adquirir la novela 👉: La llamada de lo salvaje de Jack London

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