Siempre tenemos un lugar en el
que podemos bajarnos del mundo. Un lugar donde nos podemos sentar, respirar,
mirar al infinito y pensar que todo lo que nos rodea habitualmente no merece la
pena. Siempre tenemos un lugar donde escapar. En él, como refugiados de nuestra
vida, conseguimos abrir nuestra mente y reflexionar sobre los aspectos más
arduos o comprometidos del ser humano, porque allí no pasa nada, porque allí
todo está permitido. Para Lawrence Osborne, ese lugar es Bangkok.
Publicado en España por Gatopardo
Ediciones, a la que agradezco mi ejemplar, así como a Masa Crítica de la
plataforma Babelio que me permitió postular por esta reseña, en Bangkok Lawrence Osborne nos narra sus
experiencias en la capital de Tailandia. Desde la perspectiva del farang (extranjero), nos irá relatando
la magnitud de la ciudad, sus particularidades y las reflexiones más complejas
sobre esta cultura oriental. Junto a él, encontraremos otros cuatro farangs, con residencia permanente en
Bangkok, que nos ayudarán a entender el conflicto, pero a la vez sincretismo,
entre la cultura oriental y occidental.
Lawrence Osborne viajó a Bangkok solo por una
odontología barata. Sin embargo, al poco tiempo de estar en la ciudad, decidió permanecer
allí. Bangkok se convierte así en su retiro vital. Paseando por sus calles,
descubre sus templos, sus restaurantes, sus barrios altos y sus barrios bajos.
Nos muestra de esta manera la complejidad de la capital de Tailandia. En ella
la cultura budista y las novedades occidentales se fusionan. Donde su
particular manera de interpretar occidente nos sorprende, pero también nos
invita a la reflexión.
Yo y mi descubrimiento
Situados en Wang Lang, asomados a
un balcón y bebiendo un gin-tonic,
comenzamos nuestro viaje por Bangkok. Asilo de almas varadas y solitarias, como
se nos explica al principio, la ciudad nos permite experimentar con nuestra
individualidad y sus respuestas.
En principio, puede parecer que
todo visitante a la ciudad acude allí por lo obvio, sus facilidades en cuanto
al sexo se refiere, pero detrás de cada templo y de cada casa de placer hay
algo más. Nuestro protagonista consigue entender una cosa muy sencilla, todo es
relativo. A través de sus vivencias con Dennis o con McGinnis, veremos que la
moralidad o no de un acto no es el resultado de dicho acto, sino nuestra
elección de actuar o no. Curiosa esta primera reflexión, ya que es una
conclusión al más puro estilo occidental (casi kantiano), pero que sin embargo
puede desarrollarse en Bangkok precisamente por la espiritualidad que gobierna
la ciudad.
En este sentido, el yo surge de
la cadena de relaciones que mantienes con los otros seres del mundo. Y este
pensamiento vuelve a ser sorprendente. Nuestros personajes acuden a Bangkok
porque quieren romper con lo que les ata en el mundo occidental, acuden a la
ciudad por una supuesta necesidad de soledad, y sin embargo lo que encuentran
es contacto... Pero, claro, de otra forma. Un contacto frío y biológico, sin
sentimentalidad porque es algo básico y necesario. Si no es especial que
respiremos desde que nacemos, no puede ser especial que estemos en contacto con
el resto de seres. No tiene sentido.
Gracias a esas ideas, a ese
alejamiento de los compromisos, de un occidente casi hostil, el farang
consigue en la capital Tailandesa alejarse de sí mismo. En ese preciso
instante es cuando eres capaz de observarte y, así, encontrarte, como
encuentras un templo en las soi de la
ciudad asiática.
Bangkok y la liberación
Este descubrimiento del yo que
abruma, en algunas ocasiones, a nuestra voz protagonista no podría darse sin
las características que Bangkok alberga en sí como lugar de confluencia y asimilación
de diferentes culturas (budista, musulmana, cristiana, Oriente-Occidente).
No solo a través de nuestro
protagonista, sino también a través de los occidentales que conoce allí,
descubriremos que la ciudad ofrece el contacto físico que niega Occidente. Sin
emitir juicio al respecto, la obra nos plantea qué hay de malo que, por
ejemplo, una persona con una edad pueda pagar por ser tocado, por mantener
sexo. ¿No es acaso una necesidad biológica?, ¿la edad ha de negarnos ese
contacto? En Occidente parece que sí, y Bangkok ofrece, que no da, lo que se le
pide. Sin embargo, el autor no esconde lo que realmente pensamos de estas
personas, que son «viejos verdes», pero Bangkok
ofrece la oportunidad de entender sus motivos. Nos muestra la posible dulzura
de la derrota.
Muy relacionado con esto pero a
la vez un poco más allá, veremos que la ciudad facilita a los farangs el anonimato y el no compromiso.
No solo aquellos que provienen de Occidente, sino también aquellos orientales
que no tienen posibilidad en su país. El anonimato, el no compromiso, la
necesidad de ser tocado se extiende a dimensiones que van más allá de la edad y
la masculinidad. Anonimato no significa que nadie que nos conozca y que por
ello podamos realizar lo que deseamos, significa que nadie nos juzgue, que una
mujer japonesa pueda mantener relaciones sexuales sin compromiso si así lo
desea, por ejemplo.
Sin embargo, toda esta apertura y
ofrecimiento a los que no son de allí se ve eclipsada por el tratamiento a los
autóctonos. La represión sexual que se efectúa, especialmente a las mujeres, la
pobreza, el inmovilismo político (casi cual dictadura) y los conflictos entre
culturas dentro del mismo país, nos provoca la sensación de que Occidente, o
mejor su capitalismo, se está aprovechando de los último rayos de luz de la
ciudad.
Bangkok, una ciudad para
perderse
Así, después de esta revisión de
los dos ejes de la obra, qué queda por decir. Distribuido en capítulos breves
pero que permiten que el lector se focalice en la cuestión que se trata, el
libro me ha gustado por sus reflexiones y las argumentaciones que se nos ofrece
sobre ellas. No solo lanza la cuestión, sino que a través de un relato sin
juicio por parte del narrador nos da la libertad de que saquemos nuestras
conclusiones, eso sí anticipándose a nuestros contraargumentos. Además, nos
ofrece una mirada de Bangkok no basada en la mera fascinación exótica, sino en
la realidad personal del individuo que, de verdad, encuentra en la ciudad un espacio de
pensamiento y comprensión.
A todo ello tenemos que añadir
una edición estupenda de Gatopardo, donde el gramaje y la encuadernación son de
gran calidad, en un libro de tapa blanda. Asimismo, cabe destacar lo cuidado de
la edición y su texto.
La obra nos muestra la decadencia,
la dulzura del derrotado que se apoya en gran medida en que Tailandia como país
abandona su pasado. No obstante queda un último bastión, su gente: las kathoeys rezando en el templo y
liberando vida en el río.
Hola! El libro suena interesante, aunque no es de los que suelen llamarme mucho así que, por esta vez lo dejaré pasar.
ResponderEliminar¡Gran reseña!
¡Hola, Lyn! Gracias. Sí, es un libro que se sale un poco de lo que normalmente leemos, pero es un gran libro de viajes. Me alegro de que te haya gustado la reseña.
EliminarUn abrazo
Hola, me gustó mucho tu reseña y cómo nos das a entender de qué va el libro, la búsqueda de uno mismo, ese lugar de paz que todos nosotros necesitamos, etc. me pareció muy interesante, además que es la pura realidad.
ResponderEliminarGracias por esta reseña tan estupenda. Saludos
Muchas gracias, Kat, por tus palabras. Me alegro de que te haya gustado y sí al final lo que quería era que se viera que el libro habla de la realidad en Bangkok como es, sin sesgos y sin moralinas.
Eliminar¡ Un abrazo!
Hola me gusto la reseña y el libro suena interesante eso de la búsqueda de uno mismo, de lo que somos atrapa. Saludos.
ResponderEliminarHola, me alegro de que te haya gustado la reseña. El libro es interesante, es cierto que no es lo que suelo comentar, pero sí que te cuenta cosas muchas muy curiosas de Asia y es muy entretenido.
EliminarUn saludo, gracias por comentar
Hola
ResponderEliminarEl libro parece muy interesante, no es de los que yo suelo leer pero últimamente estoy abriendo horizontes así que no lo descarto.
Gracias por la reseña
un saludo
Hola,
EliminarMe alegra que no lo descartes. Cuando lo elegí en la página para reseñar me interesó porque no es lo que suelo leer y me apetecía probar un poco. Al final, ha estado muy bien.
Gracias por el comentario.
Un saludo
Suena bastante interesante, sin embargo, no sé si lo leería, lo que sí, es que me gustó mucho la reseña, y el hecho de que habla de una de las ciudades que generalmente no leemos mucho en los libros.
ResponderEliminarMe alegro mucho de que te haya gustado la reseña. Es cierto que es un género no muy usual, la literatura literatura de viajes, pero de vez en cuando encuentras cosas curiosas. Sobre todo, por lo que tú dices porque no se suele hablar mucho de estos países.
EliminarUn saludo, gracias por el comentario. =)
¡Hola! La literatura de viajes no me llama mucho la atención, tuve una mala experiencia leyendo un libro y desde entonces no me he vuelto a animar con ninguno. Quizás más adelante vuelva a intentarlo, y para entonces tendré este en cuenta.
ResponderEliminar¡Muchas gracias por la reseña! Mo-
¡Hola! Me alegra leer esto. La verdad es que yo no soy muy aficionada a la literatura de viajes, sin embargo, este, me ha gustado.
Eliminar¡Gracias a ti por tu comentario!