Siempre me han gustado los
cuentos infantiles. De pequeña yo no leía por voluntad propia, siempre lo hacía
obligada por la escuela hasta que a los quince o dieciséis años un profesor
consiguió que me apasionara por la literatura. Sin embargo, lo que sí me ha
gustado siempre han sido los cuentos infantiles.
El motivo no sé bien por qué,
pero sí es cierto que se ha convertido en una obsesión latente a lo largo de
los años, por eso he estudiado mitología, literatura medieval de diferentes
países y teoría de la literatura. El
resultado de ese afán no es concluyente, aunque sí sé algo sobre ellos y sobre cómo se transmiten
y transforman a lo largo del tiempo y de las diferentes literaturas del mundo.
Por ello, para poder reflexionar sobre ellos y seguir con el afán de
investigación he decidido escribir sobre los cuentos que estudio centrándome en
los cuentos más famosos del mundo: los cuentos de los Hermanos Grimm.
¡Empezamos! Hoy, con todos
ustedes, Die drei Spinnerinnen
Cuento original
Die drei Spinnerinnen, en español, Las tres hilanderas es un relato muy cortito, de tres páginas en la
edición de Alianza editorial. El cuento trata sobre una muchacha muy perezosa
que no quería hilar y su madre la maltrataba por ello. Un día la reina pasó y
vio la escena. Al preguntar a la madre qué sucedía, esta, por no querer
avergonzarse de su hija, le dijo que la muchacha estaba todo el día hilando y
ella no podía pagar tanto lino como hilaba. La reina emocionada, se llevó a la
muchacha para hilara todo el lino que tenía en el palacio, si lo conseguía se
casaría con su hijo mayor. La muchacha completamente abatida y triste recibió
en el palacio la visita de tres ancianas: una con el dedo hinchado, otra con el
labio caído y otra con un pie enorme. Estas le prometieron que la ayudarían en
su cometido si las invitaba a la boda cuando se casase con el hijo de la reina.
Ella lo juró y se obró el milagro. Llegado el día de la boda, las ancianas
fueron invitadas y al verlas el joven esposo les preguntó el porqué de sus rasgos. Una tiene el pie grande
de pisar el hilo, la otra el labio caído de lamerlo y la tercera el dedo
hinchado de retorcer el hilo. Ante la fealdad el esposo decidió que su mujer
jamás volvería a trabajar.
Empezando a elucubrar
Salta a la vista que el cuento
exalta o premia de alguna manera la ociosidad de la muchacha. Vamos, que se
prefiere que la chica sea buena persona a que sea trabajadora. Esta moraleja
contrasta mucho con los cuentos o fábulas a los que estamos acostumbrados
(pensemos en la cigarra y la hormiga sin ir más lejos). Sin embargo, siendo
interesante, esa no es la cuestión que más me llama la atención del cuento,
sino el hecho de que aparezcan tres ancianas que hilan, las cuales, de hecho,
dan nombre al cuento. Ellas son nuestras protagonistas y no parece muy
descabellado pensar que la tradición, bajo mi punto de vista, ha fusionado unos
personajes muy interesantes. Porque parece no muy arriesgado decir que en este
cuento han aparecido las parcas, ¿no?
Tras la pista tradicional
Las figuras de las tres ancianas
es quizá uno de los motivos más antiguos dentro de imaginario, casi a nivel
mundial. Tenemos tríadas desde la Antigüedad en Grecia, en India e incluso en
la mitología nórdica, y la figura de las moiras
aparece ya desde el siglo III a.C. en Grecia en unos himnos denominados
órficos, porque supuestamente están escritos por Orfeo, que habría vivido en el
siglo VI a.C. En concreto, en el himno LVIII, el poeta invoca a las moiras como las manipuladoras de la vida
humana y esta imagen colectiva la vemos corroborada en la Teogonía de Hesíodo donde, como hijas de la noche, nos dice
que se les ha concedido permitir a los mortales el ser felices o desgraciados.
Pero, aparte de esto, ¿qué hacían estas tres ancianas?, ¿quiénes eran?
Las moiras, después denominadas parcas
en Roma, eran Cloto, Laquesis y Átropo. Ellas eran las que tenían los hilos de
todos los mortales que habitaban la tierra, pero también los hilos de los
héroes y los dioses. Cada una tenía su función, Cloto era la que hilaba,
Laquesis la que devana y Átropo la que cortaba os hilos. Su trabajo era mover
los hilos de nuestra vida. Estas moiras se acercan a nuestras buenas ancianas del relato en que
hilan y podríamos decir que casi en cada una de las funciones, pero las moiras no parecen buenas, al menos no
parecen propiciar buenos cambios porque todos concluirían en la muerte.
Aquí es
donde podíamos decir que aparecen las parcas
romanas: Nona, Décima y Morta. Aunque no puedo dejar de pensar que tienen que
ver también con las horas del día, las funciones de estas tres diosas no son
tan evidentes; Nona era la diosa que propiciaba los nacimientos, Décima era la
que determinaba el futuro de los mortales y también la que propiciaba los
matrimonios y, finalmente, Morta era la diosa del destino y la muerte. Como
podemos ver, ellas nos ofrecen el elemento de cambio, las parcas propiciaban los matrimonios y el cambio del destino.
Parece interesante por tanto
relacionar las moiras y las parcas para explicar por qué estas
buenas ancianas ayudan a la joven con su matrimonio. Permitiendo que hilen la
vida de la muchacha y aceptando esta su destino, al invitarlas a la boda, las
ancianas incorporan el cambio: su matrimonio con el hijo de la reina.
Retorciendo el hilo: la historia de una afanosa
No obstante, aunque he dicho más
arriba que las protagonistas serían nuestras buenas ancianas, todavía no nos podemos
dejar de sorprender con la historia de la muchacha ociosa. En este sentido, es
muy curioso que tengamos una historia que casi es el otro lado del espejo. Me
refiero a la fábula de Aracne, la mejor tejedora del mundo.
Muchos conoceréis la historia,
Aracne era una muchacha a la que le encantaba su trabajo, hilar y tejer
tapices. Tanto es así que no descansaba ni día ni noche y se jacta de ser mejor
que la diosa Atenea, diosa de la habilidad, entre otras cosas. Ante tal
despropósito la diosa se aparece en forma de anciana y la advierte de que solo
debe querer alcanzar aquello que le es propio. Aracne ante tal consejo
desprecia a la anciana y reta a la diosa, que se revela en ese momento y da
comienzo a la competición. El final ya lo sabréis, Atenea enfadada porque en el
tapiz de Aracne aparecen las infidelidades de su padre, Zeus, lo rompe y la
muchacha ante la humillación se suicida, colgándose de una cuerda. La
recompensa en este caso: mantenerla con vida en forma de araña para que pueda
tejer el resto de sus días.
Como podemos ver, los motivos –la
anciana, la joven tejedora y la recompensa– aparecen en ambas historias, pero
mientras que en el cuento de los hermanos Grimm todos son elementos positivos,
en el mito griego todos son negativos. La muchacha es perezosa, pero buena
persona, frente a ella Aracne es afanosa, pero llena de orgullo; las ancianas
son deformes, pero confieren el cambio; la anciana del mito queriendo salvar a
la muchacha la condena, porque es en realidad la diosa; y la recompensa en el
cuento es el matrimonio, pero en la fábula es la deformación y la condena
(además entendida como un acto de piedad, para que pueda hacer lo que más le
gusta).
Esta visión comparada me ha
llamado mucho la atención, sobre todo por el trasfondo cultural que se deriva
en ambas historias. El mito griego nos está hablando de una sociedad que ha de
respetar a los dioses para no sufrir su ira y donde se condena la obsesión por
un afán. Frente a ello, el cuento de los hermanos Grimm que nos ha traído hoy
aquí, destacaba la bondad frente a todas las virtudes que destaca el mito. Es
preferible ser buena persona a un trabajador orgulloso.
Aquí termina la primera entrada
sobre los cuentos de los hermanos Grimm. Como hemos visto, las historias van
evolucionando, tomando diferentes elementos de la tradición y moldeándolos para
que den respuestas a la realidad de la sociedad que los escucha y los disfruta.
Un cuento contiene un poco más que solo una moraleja, sino una tradición y
visión de una cultura. Espero que os guste la entrada y que lo que os cuento os
parezca curioso. Cada jueves, tendremos más.
Un abrazo a todos, ¡casi comienza
el fin de semana!
¡Hola! Es muy interesante tu análisis. Cuando vi la aparición de las ancianas también me paré a pensar en las Parcas, pero la evolución de la muchacha la entendí de manera diferente. Estoy de acuerdo contigo en que se premia ser buena persona en lugar de trabajadora hasta la última parte, en la que el príncipe decide que ella deje de trabajar ante la evidente fealdad de las ancianas por pasarse la vida hilando, por lo que no sólo se premia la bondad, si no también la belleza, es decir, es preferible que la chica sea hermosa antes que trabajadora.
ResponderEliminarIgual me equivoco, pero al ser un cuento de los hermanos Grimm y, por tanto, pertenecer a una época bastante lejana, no lo veo tan fuera de lugar.
Seguiré por aquí, me gustó mucho tu entrada.
¡Un abrazo!
¡Hola!
EliminarEstoy completamente de acuerdo con lo que me dices. También pensé en la cuestión de la belleza, a parte del de la bondad, pero es cierto que como al comienzo del cuento no se menciona la belleza de la muchacha, sino que se incide bastante en lo ociosa que es me quedé con ello. Pero, desde luego, esa idea no estaría para nada fuera de lugar, de hecho en ambos, tanto en el de los Grimm como en el mito de Aracne, la fealdad se penaliza en cierto en modo.
Muchísimas gracias por comentar, espero que las siguientes entradas del ciclo te gusten también. Bienvenides.
¡Un abrazo!, ^,^!!
Hola, la verdad es que no he leído ningún cuento pero me ha gustado tu análisis pero espero poder leerlos pronto
ResponderEliminarHola,
EliminarPues si quieres, originales, sin censura y todo eso, los tienen en internet gratis, tanto en alemán, como en castellano. Algunos son cortitos, tres páginas como le sucede a este, así que para entretenerse un rato están muy bien.
Un abrazo!!, ^,^!!