Una vez en Alaska. En Kodiak de César Pérez Gellida

Cuando nos planteamos cómo reaccionaríamos si nos sintiéramos vulnerados de alguna manera, ninguno sabemos con certeza la respuesta. Unos dirán que con violencia, otros quizá  que no podrían reaccionar, otros que lo harían demasiado tarde… Las posibilidades son tantas como emociones tiene el ser humano. A esto tenemos que añadir que nuestra reacción sea o no válida, que no sobrepase el daño que nos han causado. Pero es cierto que, a veces, si nos sentimos agredidos, la venganza… nos sabe tan bien.

Y en este tira afloja entre lo que hago y me hacen encuadramos la novela que hoy nos trae aquí, Kodiak de César Pérez Gellida. En ella, una muchacha de quince años, Angelina Sinclair, se verá inmersa en la trama que rodea a toda una tranquila ciudad, Kodiak, y ella actuará en consecuencia.

Los habitantes de la pacífica ciudad de Kodiak en Alaska se preparan para un invierno que ya se había pronosticado como el más frío de la década. Entre los diez mil habitantes de la isla, una familia destaca por su riqueza y el poder que ejerce en la zona, la familia Sinclair. Nadie en la isla está preparado para enfrentar la concatenación desmesurada de desgracias que van a suceder.

Antes de empezar he de decir que he podido disfrutar de esta novela gracias a la red de Oh! Libro y su colaboración con Storytel, encargada de la publicación de este. Muchos conoceréis ya la plataforma, pero para quien no la conozca es una plataforma que nos permite escuchar audiolibros, tanto en streaming como en modo sin conexión.

La verdad es que yo nunca había escuchado audiolibros y he de decir que la experiencia me ha encantado. Es cierto que la música y sonido ambiente me despistaban un poco al principio, pero ayudan muchísimo a la inmersión y poder seguir con la historia mientras caminas o haces deporte. Me ha resultado una experiencia muy buena. Me hacían redondo el día. 

Una sucia tela de araña

La historia, como hemos mencionado, nos sitúa en Kodiak, Alaska, en la consulta del doctor Preston, un psicoterapeuta experto en hipnosis para la orientación de la conducta. En ella nos encontramos con Angelina Sinclair, que a sus quince años ha asistido al suicidio de su doctor. En ese momento, ella justifica el suicidio y confiesa al cadáver que también ha provocado la muerte de su tía Amanda, la amante de este. Por su parte, pronto la detective Samanta Holmstrom comienza a sospechar que la muerte del doctor podría ser provocada, la carta de suicidio era poco creíble, y a partir de esto se pregunta si la muerte de Amanda Sinclair fue accidental. Comienzan la investigación y los asesinatos.

De esta manera se despliegan los diferentes hilos que irán tejiendo la trama de esta novela. Una trama muy bien urdida, que nos permite como lectores implicarnos en cualquiera de sus partes. Generalmente, las novelas de asesinatos y misterio nos invitan a calificar a unos como malos y a otros como buenos de manera absoluta, sin embargo, Pérez Gellida nos ha permitido en su novela que podamos empatizar con los personajes, pero no por ello dejar de ver su culpabilidad.

Pero, ¿en qué consiste la trama de Kodiak? Fundamentalmente, nos encontramos ante una historia que trata sobre un ajuste de cuentas, no sabemos bien de quién, ya que, aunque el foco y la asesina primera es Angelina, ella podría quedar como una psicópata común y pronto creemos vislumbrar que no lo es. No, pronto nos damos cuenta de que hay algo más, que para las acciones que lees hay causas y no precisamente inocentes. Al igual que en la serie Twin Peaks nos las veremos con el dinero, el poder, el sexo y la política. Las manos vengadoras de Kodiak hacen justicia, su justicia, porque la fría ciudad está completamente corrupta por dentro. Ese es el relato de la novela de Pérez Gellida, cómo la corrupción salpica donde miramos y cómo el más pequeño puede hacer que todo se vaya al traste.

No una metrópoli, no una línea

Para ello, la ambientación que nos ofrece el autor vallisoletano conjuga perfectamente lo tradicional americano con el folklore y la espiritualidad indígena, en este caso de los inuit. Así, la isla de Kodiak se llena de leyendas e historias para intentar dar explicación a lo que terrenalmente está sucediendo, pero es que, además, permite establecer otra de las cuestiones que se menciona la novela: el problema medioambiental. Aunque no es el tema que desarrolla principalmente, sí es uno de los causantes de la trama, y es que la relación entre lo económico y el respeto del legado nunca ha llegado a buen puerto. Además, este ambiente que mencionamos aparece integrado perfectamente desde la propia elaboración de los personajes –Angelina tiene una cómplice, Amarok, a modo de guía, Sam es medio indígena– hasta los propios escenarios, con la cuestión que se desarrolla, por ejemplo, en la reserva natural y el territorio sagrado para los autóctonos. En este sentido, recomiendo mucho la novela, ya que es bastante complicado encontrar libros que ambienten o desarrollen algo sobre los indígenas americanos de la zona que sea.

Además de ofrecernos este ambiente, en el que te sumerges perfectamente, me ha gustado mucho el empleo del tiempo en la novela. Estamos acostumbrados a que las obras sean lineales y que tengan algún flashback, más o menos grande, pero ya está. En este caso, la técnica temporal de Gellida es casi como un muelle, precisamente para intentar dar una simultaneidad de acontecimientos y potenciar la ironía trágica (casi a modo de tragedia griega). De esta manera, se nos presenta un acontecimiento y a continuación se nos relatan de manera intercalada, a modo de flashback, lo que sucede hasta llegar a ese acontecimiento. Ahora bien, estos hechos se presentan desde diferentes perspectivas y en tiempos grandes y pequeños, desde meses a minutos. De esta manera, somos capaces de completar el acontecimiento como si se tratara de un prisma, con todas sus caras. 

Unas líneas más

Sin embargo, todo tiene un pero y en el caso de Kodiak no iba a ser menos. Aunque la ambientación y la exposición son estupendas, el vocabulario que se emplea, tanto para descripciones como para el habla de los personajes, es un poco pomposo y pedante. Creo que esto en sí no es algo negativo, excepto si se quiere llegar a un público amplio en cuyo caso este empleo de vocabulario puede agotar. Eso sí, también cabe decir, que gracias a esta manera de exponer Gellida consigue explicar sin ningún tipo de problema las escenas más incómodas en otras novelas (escenas escatológicas o sexuales, por ejemplo).

Otra de las cosas que me ha dejado un poco insatisfecha es el personaje de Matt Preston. Hermano del psicoterapeuta, llega a Kodiak para resolver la muerte de su hermano y, sin embargo, pronto le apartan de la trama. También digo, cuidado, nuestro autor es muy listo y sospecho que este desaprovechamiento del personaje puede que se justifique en una segunda parte. De ser así Matt te espero con los brazos abiertos. 

Anchorage, cerca de Kodiak, Alaska

Cuando la venganza se confunde con justicia

Pero Kodiak no es solo lo que sucede o cómo sucede, sino que fundamentalmente es a quién le sucede. Sin hacer spoilers, ya hemos dicho que Angelina Sinclair es nuestro faro en esa red extraña de corrupción que encontramos en la ciudad de Kodiak, pero los hitos del lugar son otros: el doctor Preston, Amanda, el senador Russell, Jason Sinclair… Todos ellos participan desde su ámbito de acción en esa putrefacción soterrada que se puede oler en la isla de Alaska y lo vemos en seguida, no tenemos que descubrirlo o elucubrar.

Su participación y la del resto de personajes nos dejan ver el tipo de cada uno de ellos, convirtiéndose en personajes que se comprenden muy bien. Todos ellos se mueven, de manera general, por un solo sentimiento: Jason, el poder; Russell, el miedo; Preston, la conciencia; Sam, la impulsividad y Angelina por la inercia. Quizá, en este aspecto, esto es lo que más me guste de la novela, ver cómo Angelina se mueve por inercia, la suya y la de Amarok, ¿o hay algo más?

El autor lo hace magistralmente, porque a pesar de todo lo que hacen los personajes, busca que los entendamos, como decíamos más arriba, busca que nos plateemos qué es la culpabilidad. Con Angelina, por ejemplo, la exposición de la novela busca la redención de esta ante el lector y lo consigue desde el principio. Como muestra, el caso de la muchacha que cuando se entera de que el doctor Preston ha muerto, se desmaya, y sabemos que ella estaba presente cuando sucede. Podríamos pensar que es fingido, pero, de hecho, se queda varios días ingresada. Esta sensación de saber que no deberías salvar al personaje, pero querer hacerlo, nos pasa con casi todos los personajes que llevan la corrupción a la ciudad y provocan los acontecimientos que se relatan en la novela.

Y precisamente es por esta última idea  por la que tenemos la sensación, o al menos a mí me ha pasado, de que la parte policial, la que tiene que poner orden y arreglar las cosas, no es nada protagonista y casi consigue averiguar las cosas un poco por suerte o por el trabajo de otros, como el personaje de Matt Preston. También es cierto, que esto precisamente es lo que nos hace plantearnos que la justicia que quieren aplicarse unos a otros, fundamentalmente la justicia, la venganza, que quiere aplicar Angelina, es más procedente para el caso que se narra que la que pueda dar un policía o un juez.

Kodiak no solo nos plantea el intrincado de una ciudad que fluctúa entre los poderes de la civilización y la cultura inuit, sino que también nos plantea la cuestión de hasta qué punto la venganza no es justicia cuando has sido usada.