[Reseña] El desasosiego que no cesa. Sobre ‘La mujer tras el velo’ de Álvaro Navas

A veces todo se tuerce y lo que parecía que iba a ser de una forma termina siendo, por sorpresa, de otra. Eso es lo que me sucedió la semana pasada y a ello se debe este cese repentino del blog que hoy vuelve más fuerte que nunca.

Como comenté por redes, la semana pasada estuve enferma, hecho que se agravó a nivel anímico porque tenía más o menos claro que iba a ser mi última semana de trabajo. El agotamiento mental y físico provocó que dejara de leer, algo impensable en mí, y, una vez recuperada de lo físico, que no fuera capaz de escribir ni una línea que no considerara terrible.

Pero lo dicho, hoy hemos vuelto, con más fuerza que la semana pasada, para presentaros una novela que desgraciadamente para mí ha sido un «parecía que sí». Quizá, los lectores pedimos demasiado a las novelas, pero creo que hay un acuerdo de mínimos en el que todos coincidimos. La novela es La mujer tras el velo de Álvaro Navas, publicado por Esdrújula Ediciones. 

El ejemplar electrónico me llegó de la mano de su autor, al que agradezco la confianza depositada, ya que es una novela que nos sorprenderá por su perspectiva y conclusión.

Ainara es una profesora de origen árabe que vive y trabaja en Madrid. Su amor por la enseñanza y el cariño de los alumnos son las mayores satisfacciones de su día a día, junto con una vida independiente y la fidelidad a sus aficiones.

No obstante, una tarde tormentosa de mayo algo sucede que acabará calando profundamente en la mente de la joven: una nota en su buzón cuyo malicioso mensaje suscita de entrada desasosiego y dolor: «no eres quien crees ser».

Ainara, dando por hecho en un principio que se trata de algún alumno resentido, obvia el detalle hasta que una serie de acontecimientos, cada vez más siniestros, la hacen cambiar de opinión.

Así se inicia un juego macabro que la hace dudar sucesivamente de su identidad, de su pasado y, sobre todo, de lo que le depara el futuro.

El juego de lo desconocido

Ainara, una profesora de inglés a la que le apasiona y divierte su profesión, encuentra en su buzón un papel arrugado, en él un único mensaje «no eres quien crees ser». Extrañada, decide no darle más importancia y continuará con su rutina: clases de salsa, encontrar una nueva pareja de baile, sus clases, los amigos… Sin embargo, poco a poco, la ausencia de recuerdos de su pasado y una serie de sucesos extraños terminarán provocando que la profesora se lance a una huida hacia delante, un horizonte en el que nadie sabe qué va a encontrar ni qué puede perder.

La novela comienza, como podemos ver, con una cotidianeidad muy agradable de leer. La vida de Ainara no es distinta a la de cualquiera de nosotros y lo único que la diferencia de los demás es que es árabe. Más allá de eso, Ainara sale con sus amigos, conoce algún que otro hombre, pero ahora no quiere compromisos, y da sus clases sin mayor problema. Esta apacibilidad al inicio de la novela para mí, la verdad, ha sido una delicia. Con un toque sencillo y un léxico fluido el autor nos lleva en esta ambientación por las calles de Madrid, nos presenta a las personas cercanas a la protagonista y hace que disfrutemos de sus clases de salsa o la charla con sus alumnos. Sin embargo, pronto comienza lo inquietante, tanto para la protagonista como para el lector. 

El suspense en la novela se refleja en los sucesos que le van ocurriendo a Ainara, como cabría esperar: encuentros inesperados, mensajes anónimos…, pero estos van provocando que la profesora comience a desquiciarse y que ese ambiente tranquilo pase a ser un algo cargado de psicodelia e historias de fantasmas. Y lo defino como psicodelia porque, así como al principio la historia fluía, a partir de este momento la historia la he sentido a trompicones. 

Por una parte, por las propias acciones de la protagonista que fluctúa violentamente entre la preocupación y el desasosiego, y el pasotismo más absoluto. Por otra parte, porque la propia narración incorporará el punto de vista de otros personajes a los que quizá les ocurra cosas todavía más extrañas que a Ainara.

El problema de todo esto no es que suceda, que de hecho es bastante intrigante, curioso y pica al lector, sino que no se informa a quien lee de lo que está sucediendo. Normalmente, estamos acostumbrados a que el lector sepa más que el personaje principal, o que otro personaje sepa más que el lector y el protagonista; pero lo que se me ha hecho realmente cuesta arriba es que la protagonista supiera y yo no. Por poner un ejemplo, la protagonista recibe un mensaje en el espejo de su cuarto, del cual por cierto no se nos dice el contenido, y después del cual decide no denunciar a la policía porque lo que le pasó cuando era pequeña. Y ahí se queda. No sabemos qué pone en el espejo, ni qué le sucedió, ni lo llegamos a saber en ningún momento. Es verdad que los libros de misterio, de intriga, no nos dan toda la información, pero esto me ha hecho sentir realmente desubicada, no sabía qué temía la protagonista ni qué antecedentes tenía para justificar sus acciones.

¿La lógica de la no lógica?

Claro, en este sentido todo lo que hace Ainara es un misterio para el lector y le parece arbitrario e ilógico. No obstante, decidí que entraba en el pacto: vale, la protagonista teme algo que no conocemos por culpa de su pasado y decide ignorarlo para que no le haga daño. Continúa la historia y Ainara, quizá para autojustificar su pasividad, decide contarles a sus amigos más íntimos su infancia y así crea un círculo de personajes que sufrirán las consecuencias de su pasividad. En esto, es verdad, la narración me ha parecido muy interesante porque jugaba con el poder de la palabra, en el momento en que conoces estás en peligro, generando tensión en el lector, que se preocupa porque no toquen a tal o cual personaje.

De hecho, ese compartir de la protagonista provoca lo que el lector se teme y vemos como el resto de los personajes se ve inmiscuido en este entramado que amenaza a Ainara. ¿Cuál es el problema entonces? Que cuanto más se adentran en la trama, más cosas suceden y su reacción es la misma que la de Ainara. No hacen absolutamente nada. Es decir, una amiga te cuenta que ha recibido una amenaza, ella te dice que no va a denunciar por lo que le ha sucedido en el pasado, ¿y tú te conformas? Te llegan a ti misma amenazas (las cuales no se nos dan a conocer) ¿y tampoco haces nada? 

Y la cosa continúa: consejos que no tienen ni pies ni cabeza, cuestionamiento de las decisiones tomadas que tienen peso una línea y a la siguiente ya han desaparecido, viajes que tienen más o menos que ver con lo que se nos cuenta... Esa falta de lógica en las reacciones de los personajes y el desconocimiento de los datos con los que juega la protagonista hacen que el lector sea mero espectador de algo de lo que apenas se entera.

Pero, parecía que sí

A medida que iba a avanzando en la novela de esta manera, me sentía cada vez más y más engañada, como si toda esa normalización de todos esos sucesos extraños, todas las acciones de los personajes que o seguían sin hacer nada como la protagonista, o incluso justificaban los sucesos (como en el caso de Nico, amigo de la protagonista), fueran una manera de encubrir la nada que el autor había dejado detrás del misterio. Pero todavía continué porque el estilo de autor es muy bueno, sus diálogos y las relaciones entre personajes te invitan a querer saber más, y entonces todo pareció estar justificado. No diré que el final me gustó porque no es verdad, creo que al final cae en una asociación un poco tópica (por no ser más específica), pero sí tengo que reconocerle al final, el poder justificar toda esa desinformación, psicodelia y desconexión lógica. Porque efectivamente todo tendrá un porqué, tanto lo que le sucede a Ainara, como la manera de recibir la información del lector.

Ha sido una novela que me ha dejado una sensación muy rara, de ahí el aprobado raspadillo. Por una parte, creo que es muy interesante por cómo escribe el autor y por los personajes, a los que ha creado con una personalidad super característica, y sus relaciones, que son divertidas, sencillas, fluidas. Sin embargo, esa sensación de un todo inconexo, de falta de información por inexistente y no por cebar el misterio, que se resuelve al final después de dar muchos tumbos y de llenar páginas que al final no han servido para mucho, no me ha gustado nada la verdad.

La idea es buena, el estilo es bueno, pero la estructura no me ha terminado de convencer. Espero que de igual modo os animéis, porque creo que el autor merece mucho la pena y que al final esto es subjetivo, lo que a mí no me convence a otro apasiona.

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