[Reseña] Hacer caso al primer instinto. Sobre ‘Abigail’ de Lidia Castro Navàs

Las historias de época no son mis favoritas ciertamente, aunque sí que reconozco que cuando me engancho a una de ellas, me engancho de verdad. No sé si es porque la coordenada de valores cambia, porque sus frivolidades me parecen simpáticas o simplemente porque me son fáciles de leer, pero me duran bastante poco.

En este caso cogí la novela en estos días de la cuarentena que han ofrecido novelas gratis. Espero poder leerme todas (aunque han sido un montón), he decidí comenzar con una que me encandiló por su portada. La novela es Abigail de Lidia Castro Navàs y nos introduce en la vida de una señorita bien a la que acecha su destino.

¿Has sentido alguna vez una fuerte conexión con un desconocido? ¿Una conexión que va más allá de lo físico y que el solo cruce de miradas te paraliza?

Las decisiones más importantes de Abigail no las ha tomado ella: su padre le escogió al marido, la sociedad le impuso la maternidad y su estatus le otorgó las amistades. Y le ha ido bien en todas, pero esa conexión…

Abigail es una historia de vida en una época llena de prejuicios, una narración íntima y personal que te acercará al contexto histórico, a la vida cotidiana y a las emociones más humanas de sus personajes.

El don de la frivolidad

Abigail es una muchacha que va a ser presentada en sociedad. Está emocionadísima porque su vestido está listo y su mejor amiga, Juliette, su doncella, le ha hecho un peinado estupendo. Además, con total seguridad va a ser el día en el que se comprometa y adivine lo cuán prospera que será su vida. Sin embargo, el día no será tan perfecto como ella espera, cuando un muchacho misterioso que besa a otra mujer cruza su mirada con ella y quedan conectados para siempre. Ese día se convertirá en Abigail Vane.

Así se nos presenta la historia que recorrerá la vida de nuestra protagonista, ya que a través de elipsis temporales iremos desde su día de puesto de largo hasta su madurez. El personaje de Abigail será un personaje con una coherencia interna extraordinaria, adaptada a su época, irá cumpliendo cada uno de los requisitos que la sociedad y su estatus le imponen: un marido que la hace regalos, hecho; tener hijos, hecho; ir a la casa de verano, hecho… Así se irá completando su vida hasta que siete años después de su matrimonio se vuelva a encontrar con él, el muchacho de la mirada intensa, el que se besaba con otra, del que se enamoró para siempre con solo un segundo.

Y este será el punto oscurillo de nuestra protagonista. A parte de tener ese inconfesable secreto, tendrá sus partidas de carta y su pequeña dosis de aguardiente cuando los problemas le acucian.  Y así con estas pequeñas frivolidades se nos irá enseñando el retrato de una sociedad, de una época.

El don del dejar hacer

Pero el retrato de una época no puede estar completo si no se describen a todas las partes. Así tendremos el punto de vista de Juliette, que tampoco es que sea muy extenso, ya que la novela es corta y la protagonista es Abigail, pero que sí que será importante, ya que nos mostrará cómo funcionan los engranajes de ese sistema de vida.

Juliette, criada o dama de compañía de Abby (como le permite llamarla), une su destino al de Abigail desde que es pequeña, por ello cuando la joven rica se casa, Juliette la compaña a su nueva vida de casada. Confidente, psicóloga, proveedora de alcohol y garante de sus secretos, Juliette, siendo una criada, se convertirá en el sostén de la vida de Abby. Y es que tenemos que darnos cuenta del papelón que hacen los criados en estas novelas la verdad.

Gracias a ese dejar hacer que aplica Juliette a su amiga del alma, Abigail consigue un pequeño gramo de libertad que permite que la frivolidad del su lado oscuro se desate. Porque para mí es eso, lo siento.

Por otro lado, tendremos a los hombres, con poca voz en la obra, pero ni falta que les hace la verdad, ya la lían solos con su presencia. No sé qué percepción tendréis de ellos si la leéis, pero no son la clave, en realidad, la clave es esa lista que comentábamos más arriba.

Fin de la carta

La verdad es que Abigail es una novela que engancha, me la leí en una noche, y que te entretiene por ese punto de ¿morbo-cotilleo?, no sé, esa curiosidad que nos ofrece ese mito de la Inglaterra antigua. Escribe de manera fluida y ágil, te reirás con Juliette, dirás unos cuantos «Ay, no» con Abigail y pasarás un buen rato. Después, ahí se quedará y ya está. Espero que si la leéis, la disfrutéis.

El libro en el Bolsillo