[Reseña] Luz y oscuridad, gris. Sobre ‘Dryadalis’ de Jessica Galera

En todo conflicto siempre hay dos posturas, mínimo, y cada una de ellas tienen mil matices. Esto lo que suele causar es que jamás sepamos la verdad de lo sucedido, o mejor, que esta realmente no exista en ningún mundo posible y, por tanto, tengamos que lidiar con ello. Pero somos humanos y por lo que sea los anclajes lo necesitamos.

Así lo demuestran los personajes de esta raza, la humana, que encontramos en la novela que reseñamos hoy. En concreto Dryadalis. Trece tronos I de Jessica Galera es una historia donde la luz y la oscuridad estarán bien delimitadas, pero en donde, sin embargo, encontraremos luces y sombras por doquier. La hemos leído gracias a una lectura conjunta que organizó por Twitter Carolina del blog The blood lines y que seguramente seguiremos con la segunda parte.

Humanos, elfos, feéricos y mareas conviven en la bulliciosa ciudad de Luzaria. Pero cuando el Toque de Queda suena, las calles quedan desiertas y en el oscuro barrio amurallado de Noctia, las puertas se abren: nigromantes, brujos, vampiros, licántropos y demonios pueden campar a sus anchas por la ciudad lúzara al amparo de la Ley Común, que justifica cualquier acción que lleven a cabo entre la medianoche y el amanecer.

Y es que lúzaros y noctis llevan años impulsando acciones con el fin de potenciar los lazos entre ambos mundos, separados solo por el enorme muro que encierra Noctia en su interior: el imperio de la noche. La Ley Común engloba también el denominado Intercambio.

June es una joven humana que pasará el próximo año de su vida viviendo en Noctia, mientras que Tayr, un enigmático brujo, lo hará en su casa, bajo su techo y junto a su hermano Adrien, cuya curiosidad hacia él crecerá al mismo tiempo que una incontenible atracción, pero. ¿Quién es realmente Tayr?

De lo cercano y lo lejano

June se está preparando para hacer su Conmuta, es decir, el intercambio que estudiantes de Luzaria y de Noctia hacen cada año para aprender las costumbres e historia de la otra región. Sin embargo, la humana se va preocupada, su hermano Adrien está embarcado en una relación que no le inquieta y, además, siempre está la angustia de cómo será el noctis que entre en su casa…

Así comienza la novela, propiamente dicha, con la partida de la joven humana y la llegada del brujo que hace el intercambio en su casa: Tayr. La trama por tanto se desarrollará en dos mundos: Luzaria y Noctia. El primero nos acerca al género de la fantasía urbana, ya que siendo un mundo parecido al nuestro en costumbres, economía, etc. convivirán en él humanos, elfos, feéricos y mareas, razas que conviven completamente en paz con una serie de normas y con una imposición para todas ellas, el toque de queda, cuando los noctis pueden deambular por la ciudad a su antojo.

Por otro lado, el segundo mundo, Noctia nos acerca a la fantasía pura y dura: vampiros, nigromantes, brujos, licántropos, demonios… Los trece reinos de Noctia conviven en sus tierras con una paz tensa que solo se sostiene por pactos tan antiguos de los que casi no se recuerda el porqué. Una de esas antiquísimas leyes es la Ley Común que es la que permite que noctis y lúzaros convivan separados por el muro de Caronte. 

En cierto sentido, este pacto entre noctis y lúzaros me ha dado la sensación que lo que denota es la debilidad de ese mundo feliz que han creado los habitantes de la luz, ya que sin esa concesión, las tierras de Noctia se quedan pequeñas para trece razas que conviven en una paz tensa.  

Mejor un ataque pactado, que una olla a presión que nos explote en la cara. Y pensándolo así, me gusta que el mundo que está en verdadero peligro sea el que más se acerque al nuestro, ya que podemos ver en él los fallos y tapadillos políticos (que a mí siempre me encantan).

Dos hermanos

A pesar de que el intercambio se hace entre June y Tayr, lo cierto es que el protagonista de la parte lúzara será Adrien, su hermano pequeño. Encontraremos, por tanto, dos tramas: la de Adrien, de corte social donde encontraremos temas como la intolerancia, el racismo y la traición; y la de June, donde tendremos la parte más aventurera, llena de secretos y de verdades a medias.

Particularmente, lo que me ha pasado es que he ido cambiado de una a otra en preferencia. En un principio, todo lo que sucede a Adrien nos es tan cercano que no podemos sino devorarlo, aunque también es verdad que Tayr hace mucho. Sin embargo, la trama de June va adquiriendo carácter y nos lleva a querer conocer e inmiscuirnos en ese mundo tan ajeno que es Noctia.

No obstante, no penséis que vamos a encontrar dos historias separadas, el contacto entre hermanos se mantendrá a lo largo de la novela, no porque se comuniquen, sino porque gran parte de lo que hacen se debe a pensar en el otro. Esto nos llevará a una tensión que se va cociendo poco a poco, ya que el lector sabe lo que sucede a los dos lados del muro, y que nos lleva a varios momentos climáticos que son sublimes.

La sencillez en la complejidad

Una de las cosas que más estoy valorando últimamente en mis lecturas es que los personajes sean naturales. Cuando los veo forzados, o en actos o en vocabulario, me cuesta meterme en la historia y terminan cayéndome mal. En el caso de Jessica creo que ha sabido imprimir una personalidad muy creíble y acorde a lo que se entiende en el mundo que ha creado a cada uno de los personajes.

En este sentido, el lector también tiene que entender la ambientación para entender por qué actúa así tal o cual raza, y hay que reconocer que la autora no ha dejado a lo que «entiende la generalidad» sobre vampiros o licántropos, por ejemplo, sino que se ha cuidado de ser ella la que nos deja ver cómo son en este mundo.

Dentro de ello, los personajes, con su trasfondo y evolución psicológica (por ejemplo, June tiene un crecimiento espectacular), no serán galimatías a desentrañar, tendrán un vocabulario sencillo y directo, muy cercano al nuestro que hace que entremos en el juego con mucha facilidad. Como digo a veces, un «joder» en una novela no es un taco aleatorio, es un rasgo de carácter.

Jessica ha sabido jugar muy bien con esto y con el propio carácter de los personajes. Al igual que decíamos que a nivel de trama la novela va enganchándonos a uno u otro lugar, sucede lo mismo con los personajes. La amplitud de la novela, sí, pero también, ese desarrollo de los mismos hacen que odiemos, amemos, volvamos a odiar y volvamos a amar a todos y cada uno de ellos. Incluso en los secundarios (ya sabéis que soy ferviente defensora de ellos) se nos quedan en la memoria y levantan las pasiones del lector provocando un entendimiento casi total de las dinámicas de la historia.

Y eso que no soy de sagas

Como ya sabéis, una de mis mayores reticencias para leer algunas novelas es que me metan en un mundo inconmensurable, incompleto o que se pueda expandir al infinito (creo que es horror a lo eterno). Sin embargo, Dryadalis es un comienzo de saga muy particular, ya que, aunque hace eso, introducirnos en este mundo, la verdad es que la historia se desarrolla completa. Es decir, te deja con ganas de más, por supuesto, pero no es traumático no poder seguir con el siguiente automáticamente (aunque yo lo haré, sin duda xD).

¿Entonces? Pues que os la recomiendo muchísimo, por ella misma y por entrar en este mundo tan completo y tan bien hecho. Recapitulando lo que decía más arriba, es una historia que nos sirve de todo: tema social, tema de fantasía, intrigas políticas e historias persoanles; además, los personajes tienen un desarrollo increíble gracias a la ambientación en sí misma y al estilo de Jessica que nos llega directo porque es sencillo en la complejidad. En definitiva una obra que nos mantendrá pegados a sus páginas y que nos llevará de la mano entre la luz y la oscuridad. Espero que os animéis y la disfrutéis mucho.

 El libro en el Bolsillo

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