[Reseña]Más allá del viaje. Sobre ‘La senda del hipopótamo’ de Félix Morales Hidalgo

Personalmente, creo que las novelas son capaces de afectarnos. Claro que, depende del momento vital en el que nos encontremos, pueden hacerlo más o menos, pero es cierto que, si estamos tendentes a cierto modo, una lectura en ese sentido puede inclinarnos a él. En mi caso, me ha pasado con muchas novelas y nunca lo paso bien, más que nada porque la realidad y la irrealidad confluyen y, al final, no terminas de situarte.

Esto es lo que me ha pasado con la novela que nos trae hoy aquí. Este viaje «¿iniciático?», no a una edad adulta, sino al momento que hemos vivido todos, en el que la realidad golpea con todas sus fuerzas; me ha provocado tantas sensaciones, que sin duda la reseña de hoy será una de las más difíciles en mucho tiempo. Os presento, La senda del hipopótamo de Félix Montero Hidalgo, publicado por Kmleon Books. Espero que os sorprenda.

Godoberto Estípula es un tío asqueroso. Se podría decir más suave, pero no vamos a andarnos con rodeos. Vago, egoísta, cruel. Un “regalito”. Cuando menos se lo espera, pero más falta le hace, la vida le va a enviar una curiosa prueba. Un hipopótamo que se colará en su habitación mientras duerme una borrachera descomunal y le despertará lamiéndole la cara. 

Una revelación. Decidirá hacer de su visitante un dios y seguir a ciegas el camino que le marque. ¿Qué encontrará? ¿Vivirá grandes aventuras? ¿Qué se puede esperar de semejante expedición?

El día que todo cambia

Godoberto Estípula está durmiendo su último desfase de alcohol y marihuana cuando un hipopótamo lo visita en sueños y le da un lametazo. Poco después, la madre de nuestro protagonista y este hombre sin oficio ni beneficio se enfrenta a una vida solo, con mucho dinero y un artiodáctilo como guía.

Así empieza el periplo de nuestro protagonista que vivirá una historia que no podemos calificar de otra manera más que de fantasiosa, alucinógena e inquietante. Sin seguir más hilo conductor que el continuar adelante (bueno e intentar escapar de una conspiración contra su persona), Godoberto peleará con seres y situaciones de todo tipo.

Para ello tendremos diferentes personajes más o menos recurrentes que alentarán o padecerán las peores partes de la persona de Godoberto. Inmae, Arnod, Martha, Gansu serán algunos de ellos, también raros particulares y como sacados de un mal sueño.

Guion e historia

Como os decía más arriba, nos encontraremos con una historia inquietante, no tanto por lo que la motiva, la soledad de nuestro protagonista, sino porque parece ir en un gradiente de desquiciamiento que sumerge al lector en las escenas más inverosímiles. Así, la historia nos perturba por su contenido, a pesar de que el guion que ha realizado el autor para la historia está muy bien hilado.

Paso a paso, nuestro protagonista irá pasando por diferentes escenarios y fases: en un primer momento lo que parece un mal sueño tras una noche de desfase, se convierte en su único elemento salvador: el hipopótamo. Erigido este en dios, la soledad del protagonista queda tapada y comenzamos la senda que nos llevará a enfrentarnos a sin techo algo violentos, demonios rojos, la propia mente del protagonista e incluso duendes. Este totum revolutum de lo que parecen cosas sin sentido, nos lleva en realidad a un estudio de cómo intentamos seguir adelante más allá de nuestra propia posibilidad, más allá de lo que la lógica y la razón nos ayudan.

Temas y traumas

Lo cierto es que es difícil decir de qué va la obra más allá que lo que sucede en la historia, porque toca muchos aspectos de la psicología humana que no solemos entender. La cuestión de la soledad y de ser «desecho» social están ahí: Godoberto es un hombre despreciable en muchos aspectos más allá del puramente físico, es misógino, un violador, egocéntrico y ególatra, no tiene un ápice de juicio crítico (a pesar de que es filósofo) y no tiene aspiración más que se lo den todo hecho. Sin embargo, debido precisamente a cómo es nuestro protagonista, también podemos incurrir en temas de moral (si se merece verdaderamente todo lo que le está pasando), nos introducimos también en la cuestión de si el sistema responde o no (realmente no sabemos si él no ha podido prosperar por su culpa –aunque intuimos que sí– o si la crisis y todas sus consecuencias son la razón) y también la dimensión social, por qué nuestro protagonista tiene un horizonte tan desolador en cuanto a su trato con el ser humano.

Más allá de estos temas, también se plantea la cuestión interesante de qué es realidad y qué es sueño, más allá del antiguo planteamiento. En la obra, se establece como real todo lo que sucede y, sin embargo, nuestro protagonista lo cuestiona todo constantemente, lo cierto es que, justificado en el consumo de sustancias, podría decirse que no es real; pero, de hecho, todo le sucede tiene sus consecuencias en la narración.

Mencionaba en el título lo de los traumas, porque, al fin y al cabo, muchas de las acciones que suceden podríamos verlas como concreciones físicas de manías. La manía persecutoria, la idolatría, la necesidad de seguir un propósito (aunque este no se pueda seguir), etc., son cuestiones que se aplican muy bien a las acciones de Godoberto y que se podríamos englobar en cierto nihilismo o vacío existencial provocado por nuestra realidad externa al libro. Al final, todo esto se puede concretar en las cuestiones que marcábamos más arriba, explicadas tras una buena fumada.

Estilo y desarrollo

La historia tiene su miga, la verdad, pero realmente no se lee mal. La complicación viene en que nuestro cerebro pueda ir asimilando todo lo que sucede, que, por fantástico, nos deja pensando en el sentido oculto del asunto. Sin embargo, la prosa del autor ayuda mucho, con una mezcla de lenguaje bíblico y las sentencias más reconocibles de la filosofía occidental, podría parecer un texto complejo de entender y, sin embargo, la combinación con un lenguaje más prosaico, acorde con las circunstancias, permite al lector entender el texto y seguirlo sin problema.

Además, encontramos una prosa que redunda en lo importante para la trama y avanza la historia con muy buen ritmo y sin paradas innecesarias o una aceleración desmesurada.

Momento vital

La verdad es que recomendar la novela tiene su complicación, no por la obra así, sino porque hay que hacer unas advertencias previas. Como decíamos la obra no es compleja, pero tiene cierta exigencia a nivel lector que, si nos pilla en un momento de lectura ligera nos puede no enganchar. Por ello, la recomiendo siempre que estemos dispuestos a jugar y dejarnos llevar por ese efecto de irrealidad.

Una vez aceptado el pacto, nos encontraremos con una narración que nos enganchará por ese interés en encontrar ese sentido, que puede estar oculto en la obra o en nosotros mismos. Por otro lado, odiaremos al personaje, sí, pero a la vez nos provocará un planteamiento de nuestra sociedad y de aquellos categóricos que en la actualidad tenemos por ciertos. Espero que os animéis con ella y que paséis un buen viaje.

El libro en el Bolsillo

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