[Reseña] El dolor de la mentira. Sobre ‘La última vez que vi llover’ de Susanna Herrero

Hay un dicho que dice, valga la redundancia, que la mentira tiene las patas muy cortas. La verdad es que es cierto, pero creo que según la dimensión de la mentira así de largas son las patas. Es dolorosísimo cuando la persona a la que quieres te engaña y frente a esa idea de ante el engaño el remedio es el fin; creo que se complica cuando el engaño de la otra persona reside más en una maña decisión que en una deslealtad o mal acto. No obstante, el engaño duele y respuesta es muy personal.

En la novela que reseñamos hoy, encontramos a una pareja que sin duda se quiere con locura, pero que ha dejado que la mentira baile con ellos un vals. La obra es la tercera entrega de la serie Cabanade Susanna Herrero, La última vez que vi llover, la historia del mayor de los hermanos. Espero que os guste.

Mucho tiempo atrás, Catalina Berenguer y la cesta de su bicicleta se dieron de bruces con River Cabana. River le arregló la «cestita de la bici», trepó hasta su ventana, la estremeció de pies a cabeza con su mirada azul y se precipitaron juntos hacia el cielo, sin dejar de mirarse ni de esbozar las sonrisas más radiantes jamás vistas. Se casaron. Fueron felices y comieron perdices. 

O quizá no. Catalina le pidió el divorcio al mayor de los hermanos Cabana y voló al otro lado del mundo. Casi un año después, regresa al pueblo. A su River. O quizá no. Porque ¿quién es River Cabana? Es su futuro exmarido. Es el amor de su vida. Es un agente del CNI. El agente que se casó con ella para investigar a su padre. Es el responsable de que Catalina sea quien es ahora. La chica que un día, bajo un cielo cubierto de nubes y de la mano de él, dejó de ver la lluvia. La chica que un día, sobre un césped mojado y tras los pasos de él, comenzó a sentir la lluvia. Es… River Cabana.

De regresos para volver

Hace un año que Cata se fue de ese pueblito de Alicante porque podía más, porque ya llevaba mucho tiempo aguantando la mentira. El amor de su vida, sobre eso no tenía ninguna duda, River Cabana, la había engañado, le había hecho creer que lo era todo cuando, en realidad, como agente del CNI, se había casado con ella para espiar a su padre. Pero todo iba a acabar, ella iba a hacer su trabajo y él firmaría el divorcio. Como que se llamaba Catalina Berenguer.

Quizá un poco in media res comienza esta nueva entrega de la serie romántica de los Cabana. Aunque es un libro que se puede leer con independencia sobre todo de la primera entrega, creo que se disfruta mucho más habiendo leído el segundo. Así el punto de partida es el regreso de Catalina, la mujer del mayor de los hermanos, después de que al final de la novela anterior ella pidiera el divorcio a River.

Las causas serán lo primero que conozcamos en esta entrega que comienza de manera directa con el nudo del asunto. River, agente del CNI, ha estado investigando al padre de su mujer, sin embargo Cata ha averiguado la verdad, se han equivocado de objetivo y de paso le han arruinado no solo su matrimonio sino también su vida familiar. Esto jamás se lo perdonará a River, siempre confió en él.

Por lo que está y lo que no está

De este modo, y como pasa también en las obras anteriores, la obra se ordenará en el pasado en el que Cata y River se conocieron, siempre desde la perspectiva de ambos personajes (lo que hace que la historia sea de veras completa), y el presente en el que Cata se enfrenta a River no solo para obtener el divorcio, sino para conseguir la verdad de esa investigación. Con esto la novela añade una novedad a las entregas anteriores, ya que se introducen rasgos de novela policial y de espías, sobre todo el principio y al final de la novela.

No obstante, la novela sigue enganchando por la parte romántica, una historia que se nos revela preciosa en sus inicios, con esa idea de descubrimiento del mundo de dos personas que se convierten en todo para la otra y una parte de la que ya sabemos bastante si hemos leído las entregas anteriores: lo mal que se llevan los Cabana con Catalina, el especial odio que tiene esta a Hugo, lo bien que se lleva con sus suegros y, y esto es lo importante, la compenetración que tiene con Dylan.

Esto último ha dado un plus a la novela, aunque también ha sacado a la luz sus defectos. En la entrega anterior asistimos a cómo Dylan Carbonell y Catalina Berenguer se hacían inseparables y esto ha provocado que en esta novela la figura de Dylan tenga un peso determinante, tanto para algunas partes de la trama, como para desenredar el lío de cabeza de Catalina. Claro, esto a mí particularmente me ha hecho comparar historias y no dejar de ver esta la feria de la confusión.

Un rasgo a pulir

De todos modos, la historia engancha porque tiene todos los puntos que nos gustan de la autora: las conversaciones por Whatsapp de los hermanos siguen siendo divertidísimas, las escenas de lío, confusión y sexo siguen siendo muy potentes y enganchando, y el personaje femenino, en este caso Catalina, mejora con respecto a Prisicila (que era francamente insoportable). Entonces, ¿dónde está el pero?

Curiosamente, es gracioso que todos los personajes que no son los Cabana tengan mucha más potencia, coherencia y sensatez que nuestra familia protagonista. En el caso de Prisicila, como ya he dicho, era insoportable, impulsiva y muy cría. Podíamos pensar que los hermanos al ser mayores mejorarían…, pero no. River se nos va a mostrar como un hombre celoso, posesivo, controlador y manipulador. Todo se nos justifica con su trabajo y se nos atenúa con las muestras de amor a Catalina que son, en algunos casos, preciosas; pero no podemos tapar ese carácter.

Frente a ello, decía que mejora la figura femenina y es verdad, Catalina es una mujer fuerte que aguanta por su familia y por la necesidad de creer que no la han traicionado. Sin embargo, tiene otro punto, el de la venganza, el de la necesidad de llevar razón, que a veces le pierde. De todos modos, casi esto es más comprensible que el cabestro de River.

Graduando

Después de lo dicho, soy sincera la novela me ha gustado y ahora mismo de las tres que he leído de la serie, esta está en segunda posición. Creo que la historia de amor de Catalina y River tiene un componente precioso que es el de la cotidianidad. Es verdad que en la historia del pasado encontramos esa chispa del amor recién descubierto, pero aquí Susana ha desarrollado también el amor que se desarrolla cuando ya te conoces de años, esa idea de amor íntimo y hogareño. Y creo que lo hace muy bien.

En cuanto a estilo, ya he dicho que sigue con las cosas que más enganchan de sus obras, pero es verdad que la configuración de River, a la que añado el carácter de algún otro hermano, me echa mucho para atrás. No se puede justificar un comportamiento claramente dañino y nocivo (como el hecho de tratar a una mujer como posesión porque te hayas casado con ella). Si la novela gana es gracias a que Catalina no se deja y planta cara, aunque esto tampoco debería ser consuelo.

¿La recomiendo? Sí, porque hay más cosas que un protagonista atravesado, por lo que he dicho de una forma bonita de hablar del amor al pasar los años y porque es divertida e intensa. Con el aviso a navegantes creo que se puede disfrutar sin problemas. Espero que os guste.

El libro en el Bolsillo

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