[Reseña] Quiero que seas tú. Sobre ‘Las lágrimas del caimán’ de Susana Hernández

Mis andanzas en el thriller este año están dando sus frutos. Es verdad que siempre ha sido un género que he leído con gusto, pero también es verdad que me canso pronto de él porque me encuentro dos o tres libros que se me parecen: por la estructura, por el personaje, por el misterio a resolver. Sin embargo, de lo que llevo leído últimamente, me he encontrado cosas buenas y malas, pero por lo menos eran diferentes entre sí.

Hoy vamos con la reseña de una novela que he leído en el grupo de lectura de Soy Yincaner@ y que me ha sorprendido porque he querido que el villano gane en todo momento. La obra es Las lágrimas del caimán de Susana Hernández publicada por Bunker Books. Espero que os guste.

A la vuelta de un viaje a Inglaterra, la famosa escritora de novela negra Karen Alcázar, encuentra a su amante colgado en el cuarto de baño. Pronto se confirma que, pese a su apariencia de suicidio, se trata de un asesinato. El Grupo de Homicidios de los Mossos d'Esquadra, con el sargento Campillo al frente, se encargará de la investigación. 

Para descubrir la verdad en el asfixiante verano barcelonés, Campillo y su equipo deberán despejar varias incógnitas, la primera la auténtica identidad de Eduardo Mora, el fallecido. Un crimen del pasado, una venganza, una red de mentiras. Una historia en la que nadie es del todo inocente ni completamente culpable.

No te vayas…

Karen Alcázar tiene éxito con sus novelas, tiene recursos y un amante con el que se siente a gusto. Todo cambia cuando al volver de una promoción se encuentra a Eduardo colgado del baño; veredicto: asesinato. Comienza así una trama en la que los Mossos d’Esquadra comienzan a descubrir las verdades tras las mentiras no solo de Eduardo Mora, sino también de la novelista. Su pasado y el presente son constructos a desentrañar

Y, sin embargo, pronto sabremos que los verdaderos protagonistas de esta novela negra son otros. Unos que actuaron en el pasado y otros que tienen que resolver el presente. Así la historia se centra en contarnos la investigación de este asesinato, pero nos ofrece, además, tres focos que se desarrollarán con un toque de crueldad bien medido y algún que otro asesinato más.

Esos focos nos llevarán al asesinato de un niño en los años 90, enlazarán el asesinato de Eduardo en los años 2000 y nos llevarán a desenterrar el misterio de este enlace con la perspectiva del Cabo Campillo, que como sucede, además, en todas las novelas del género, tendrá sus problemas personales a flor de piel.

Andamos en la trama

Lo primero que llama la atención de la novela, o al menos así me ha pasado a mí, es como se intenta establecer el foco claramente en un culpable. Es decir, desde el principio todo parece indicar quién es el asesino, aunque a la vez se nos hace dudar constantemente con el relato del pasado. En este sentido, se juega un poco con la psicología del lector para invitarle a creer que hay cosas más obvias que lo que la policía ve como obvio. Sin embargo, en mi caso, me sucedía que prefería que fuera la primera de las opciones que la que parecía ser, solo porque se consigue que los personajes potencialmente peligrosos caigan bien desde el principio o si no bien, que al menos se entienda cómo han manejado su vida. Esto me ha gustado bastante, porque no me había pasado jamás que un psicópata me gustara.

Más allá de este juego, la novela resuelve los misterios progresivamente, es decir, no hay un golpe de suerte que haga que todo se precipite. Me llamaba la atención como en la propia novela se decía que la investigación estaba estancada cuando, en comparación con otras, la investigación iba bastante bien: identificación del cadáver, conexiones con posibles culpables, pruebas físicas, etc.

¿Esto significa que el lector pueda resolver el crimen rápido?, no y sí, se puede resolver lo superficial, pero cuando entramos en el segundo nivel de motivaciones, etc. sí que tenemos que pensar un poco más.

Dificultades en el progreso

No obstante, debo reconocer que, aunque la trama se plantea sencilla y bien urdida, he tenido problemas con la lectura. Me ha costado más de lo normal.

El motivo es algo ajeno, en cierta medida a la autora, y da rabia en estos casos, pero no puede dejar de decirse más que nada con la idea de favorecer. En primer lugar, los cambios de escena y personaje son muy bruscos, por un lado se podría solucionar en parte con una mejor definición gráfica del cambio (un interlineado más amplio, etc.) o con la introducción por parte del narrador del personaje. Esto ha hecho que en algún momento me perdiera en la lectura y tuviera que volver a leerlo para entender el cambio. Después, también hay que reconocer que en algunas partes (en mi caso lo he acusado más al principio y el alguna escena de acción) habría que echarle un vistazo a la corrección porque parece que hay contradicciones o cosas no muy claras.

En cualquier caso, repito, esto no desmerece la historia que es bastante entretenida y engancha por las diferentes capas de relaciones y misterios que podemos encontrar en ella.

Sin disgustos, con opiniones

Ahora que han pasado unos días desde que he terminado la novela, creo que es una novela interesante por el juego de qué es lo obvio y cómo aplicamos la navaja de Ockham con lo que nos dice la sociedad. El ritmo, por su parte, se mantiene y no nos enfrentamos a parones excesivamente largos, ni siquiera cuando se trata de ahondar en la personalidad o en las pasiones ocultas de los personajes.

El pero, como ya he dicho, es quizá que dentro de que la autora tiene una prosa ágil y rápida, los errores de corrección hacen que el lector cortocircuite un poco y que los cambios de voz y escenario no están del todo bien introducidos. Además, la solución final puede no gustar a todo el mundo, en mi caso me he quedado conforme, aunque creo que podría haber dejado la primera solución y me hubiera gustado más.

El libro en el Bolsillo

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