[Reseña] Una ventana a lo posible. Sobre ‘La sastrería de Scaramuzzelli’ de Guillermo Borao

El consuelo, qué pedazo de palabra, y a veces nombre propio, y qué poco nos preocupamos por él. Sin embargo, es verdad que hay momentos en los que lo que nos pasa nos vuelve inconsolables, pero creo que los demás no deberíamos desistir en intentar proporcionarlo. Es difícil y en él se pueden cometer errores, pero creo que merece la pena cuidarnos de ese modo.

La novela que reseñamos hoy es… no sé ni decíroslo y por eso la reseña me va a ser complicada. Es una fábula, es un aprendizaje… y algo más. La obra se llama ‘La sastrería de Scaramuzzelli’ de Guillermo Borao y la he podido leer gracias a la editorial Roca y a Babelio España, que nos han invitado a un coloquio con el autor esta tarde. Ya os contaré qué tal. Espero que os guste.

Poco antes de morir, el escritor y fabricante de tejidos Joseph Langhorne encuentra la forma de distraer a su hijo enfermo: leerle historias que se representan tras la ventana de su dormitorio, la única con vistas a cualquier parte del mundo. Sin embargo, uno de esos cuentos parece esconder una advertencia, el anuncio de que algún día llegará alguien que lo cambiará todo.

Veinticinco años más tarde, William Langhorne cree que por fin se ha cumplido el presagio de su padre cuando conoce al sastre Barros Scaramuzzelli. Con su aparición, el pueblo de Tonleystone se expone a la apertura de una sastrería y a la irrupción de la alta costura, un reclamo repentino en una sociedad rural cuyas vidas se verán de pronto amenazadas.

La sastrería de Scaramuzzelli es un relato de amor inquebrantable por la familia y una fábula sobre las casualidades improbables, escrita, quizá, por la necesidad de retener un instante, de prolongar el tiempo de un padre y un hijo juntos antes de que uno de los dos deba, sin remedio, marcharse para siempre.

En el cuento de érase una vez

Joseph Langhorne tenía claro que las historias pueden hacernos libres, hacernos escapar de la enfermedad, del desconcierto, de lo que está por venir. Por eso, en sus últimos días reveló a su hijo una verdad innegable, alguien llegará que lo cambiará todo. William Langhorne ha crecido con esta máxima desde entonces y es por ello por lo que la llegada de Barros Scaramuzzelli a Tonleystone le llevará a entender qué le quiso decir realmente su padre.

La premisa de esta novela de época conciertos toques de realismo mágico creo que es una verdad innegable. Ese «alguien vendrá que lo cambiará todo» no deja de ser el primer paso en la historia de cualquier persona y eso es lo que nos enseñará esta narración que seguirá la vida de William Langhorne, heredero de la fábrica textil del pueblo de Tonleystone, desde su infancia soñando a través de una ventana hasta su vida adulta, reservada, inmutable y frágil. Por otra parte, encontramos la historia de la sastrería, de cómo Scaramuzzelli llega con su fascinación por encontrar la esencia de las personas a través de la costura y con ello revoluciona, en más de un sentido, el pueblo de Tonleystone.  

Ambos personajes nos proporcionarán los dos hilos con los que se irá conformando la historia no solo de ellos mismos, sino también de la ciudad. Una historia que desde ya mismo os digo que llega, impacta y nos hará pensar en nuestras propias emociones.

Lo mágico y lo delicado

No quería usar el adjetivo delicado porque no quería llevaros a error, pero es que no encuentro otra palabra para definir la historia y su ambiente.

Cuando me enfrasqué en la lectura de La sastrería de… la primera sensación que tuve fue de estar sumergiéndome en un mundo que me era conocido y desconocido a la vez. Desde luego, una historia de época, pero también algo con cierto toque de irrealidad que me exigía entrar en un pacto de ficción. En este sentido, el autor lo ha hecho muy bien porque ha cogido la figura de William niño y nos ha convertido un poco en él. Siendo niños, ya podemos imaginar un pueblo, un joven un tanto particular y creer en un señor extravagante que parece ofrecer todo sin nada a cambio.

No obstante, esto no se hace de manera abrupta, como las puntadas de Barros, el autor va de lo pequeño a lo grande, desde William hasta el otro gran personaje de la obra que es el pueblo de Tonleystone. Este lugar, donde todos se conocen y quieren a William, se irá desarrollando a un tempo magnífico y será con él con el que veremos los inconvenientes del cambio.

¿Pero qué es cambiar?

Desde luego, para William, algo negativo, ya que asusta y rompe la normalidad que se ha creado desde la muerte de sus padres. Una normalidad enfermiza, casi denigrante con su persona y dolorosa para quienes estando cerca le quieren.

Sin embargo, el cambio para nosotros estará asociado a una sensación de aprendizaje. Esta, que además se ve reforzada por los personajes de Leonardo y Mercedes (acompañantes del sastre), nos lleva a la idea de fábula y como tal nos dejamos hechizar por la magia de la costura y el encontrar nuestra esencia. La idea final de la obra no la diré, pero sí que está muy relacionada con que proteger, cuidar y querer no está restringido solo a nuestros familiares, sino que es extensible a todos los que nos rodean, en un acto de reciprocidad que debería ser gratis y sincero. Así es como entiende el pueblo a Joseph Langhorne, como dueño de la fábrica textil que les hizo prosperar, y así es como se comporta Scaramuzzelli con los habitantes, y esto es parte de lo que podemos sacar para nosotros de la novela.

Así cambiar no es malo, cambiar puede significar crecer, puede significar ser feliz… Sabemos que no todos los cambios son buenos (si no que se lo digan a Barros), pero también que de esos que no nos vienen tan de cara podemos aprender mucho.

Como el tejedor que mueve sus hilos

Si os fijáis, apenas os cuento mucho más de la historia de Barros y la llegada que revolucionará el pueblo porque creo que todo lo que sucede es maravilloso ir descubriéndolo por nosotros mismos. Sin embargo, sí quiero detenerme en cómo Guillermo Borao ha urdido toda esta trama.

El inicio quizá sea lo que más me costó de la obra. El narrador de la historia al principio debe ambientarnos no solo en el escenario sino también en el tono y, para mí, el tono inicial era muy arduo; algo así como cuando nos explican algo y nos dicen «espera, ten fe, que en tres frases más que te diga lo vas a entender». Y, en efecto, esto ocurre.

Una vez que nos lanzamos a la narración con esa idea de no estar enterándonos del tono, Guillermo consigue ir lanzando los hilos de un personaje, un concepto, un nudo en un giro narrativo que después terminarán uniéndose en los grandes acontecimientos de la obra. Esto lo consigue gracias a un estilo que casi os diría que es mágico, mezcla de la sencillez de algunos personajes, el lenguaje críptico de otros y los miedos de alguno, y crea una novela con un hilo de base simple, pero que nos confecciona un tejido espléndido.

Últimas puntadas

A modo de conclusión de las sensaciones, os diré que para mí ha sido una novela conmovedora y que toca el corazón de manera irremediable. Si en algún momento nos preguntáramos que hubiera pasado si, solo tenemos que recordar esta novela para saber que todo es tan posible como probable.

Espero de verdad que os animéis con ella, que os atreváis a que una novela os cambie un poco los esquemas y, sobre todo, a conocer a un autor que ha hecho una primera novela brillante. Espero que os guste. 

El libro en el Bolsillo 

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