[LC] Las condiciones de la utopía. Sobre ‘Kirinyaga’ de Mike Resnick

Cuando a la gente se le llena la boca diciendo que sabe y califica, creo que debemos ponernos alerta. Primero por la parte de razón que pueda tener esa persona que habla y segundo por la parte de sí mismo que emplee en el argumento. Es en esta segunda parte donde tenemos que poner en jaque lo que diga nuestro culto amigo y aportar una mirada diferente, si es que opinamos algo distinto.

La novela que reseñamos hoy es una obra controvertida desde su nacimiento hasta nuestros días, ya que con ella, creo, se han cometido todos los errores que se pueden cometer cuando uno habla de narrativa. Creer que el autor es el protagonista de su trama, creer que se pueda escribir bajo los prejuicios que se tengan del tema que se trata en ella, que quien comente la novela ponga sus propios prejuicios en el análisis de la misma. Todos y cada uno.

La obra, para no dejaros en ascuas, es Kirinyaga de Mike Resnick, que ha reeditado Gigamesh, junto con el relato epílogo que se llama «Kilimanjaro». Lo he leído junto al club de lectura de Ciencia Ficción y Distopía de Lola Mérida, un placer compartir charla con vosotros sobre la obra. Por lo demás, espero que os guste.

Koriba es mundumugu y guardián de la colonización de Kirinyaga, un planeta bautizado en honor a la montaña sagrada de los kikuyus y que, bajo la supervisión del Consejo Eutópico, alberga la utopía con la que soñaban los más apegados a la cultura ancestral de la sabana: una sociedad que recuperase el estilo de vida kikuyu previo a la colonización europea. Con todas las consecuencias.

Esta recopilación, que se completa con la perspectiva masái en la novela corta «Kilimanjaro» y con un ensayo del autor, reelabora las fábulas de la tradición oral de la sabana en el marco analítico de la ciencia ficción. El contraste enfrenta al lector a sus prejuicios culturales y a una sucesión de dilemas para los que no existe salida fácil, y le muestra el precio de intentar controlar la historia.

La historia de una idea

Koriba denuesta la Kenia en la que habita. Toda su gente ha perdido el sentido de lo que es ser de verdad un kikuyu y de ahí que su tribu sufra. Así, cuando tiene la oportunidad de crear una nueva Kirinyaga (antiguo nombre de Kenia) gracias al Consejo Utópico en un planetoide, no lo duda. Él como mundumugu guiará a aquellos que le acompañen en el verdadero camino kikuyu.

Como bien nos indican desde el principio Kirinyaga es en realidad un conjunto de relatos de ciencia ficción, que pueden vertebrarse en una historia común, donde se desarrolla una utopía de tintes naturalistas. De este modo, acompañaremos a Koriba, el mundumugu de esta nueva sociedad que busca la felicidad en sus raíces, la cultura kikuyu.

Sin embargo, desde el primer relato veremos que la idea de utopía se ciñe mucho a la idea que Koriba tiene de esta, que los problemas que surgen en ella provienen de la negación de los anhelos del ser humano y que más que en una utopía estamos en un amable sistema totalitario.

¿Una utopía?

Quizá, entre otras muchas cosas, esta pregunta sea la que más controversia ha creado en torno a la novela y todo reside, creo yo, en el foco que queramos emplear para responder esta pregunta. Si hablamos de un planteamiento real, obviamente, no nos encontramos ante una utopía, desde el primer relato vemos que es Koriba quien dicta qué es y qué no es en esta forma de vida y esto, como podemos saber, no puede concebirse dentro del estado utópico, ya que se enajena a sus habitantes. Además, ya sabemos, también, que la utopía siempre se proyecta a futuro y lo que hace Koriba es proyectarla hacia un pasado, ergo, elimina todos los factores favorecedores que se han conocido en los momentos posteriores.

Sin embargo, bajo mi punto de vista, sí nos encontramos ante una utopía desde el punto de vista literario. Es decir, si lo que se plantea es una narración donde se nos presenta una utopía, esto sí sucede. Tanto Koriba como los primeros habitantes de Kirinyaga están de acuerdo en la forma de vida que han adoptado y dispuestos a los sacrificios que esta implica, en aras de ese ideal que es la sociedad kikuyu. Lógicamente, como entramado narrativo, hay que contar una historia y en este caso se nos cuenta por qué no funciona dicha utopía. Es decir, narrativamente necesitamos un conflicto y, con este supuesto, no cabía otra cosa que no fuera ver los fallos de esta utopía al pasado.

De este modo, la novela nos plantea no solo un sistema político sino un conjunto de costumbres, creencias e ideas que, supuestamente, conforman la utopía que, en un primer momento, se adscribía a todos los habitantes, pero que después veremos solo en Koriba. En cualquier caso, sobre este asunto os recomiendo el artículo sobre el tema de Esteban Bentancour.

Exquisitez narrativa

Otros de los achaques más frecuentes de la novela han sido, por una parte, el modo de exposición y, por otra, las ideas en torno a los habitantes africanos de Kenia del autor.

Empezando por la última, y a riesgo de parecer aquello de lo que acusan al autor, creo que es muy europeamente correcto decir que el autor ha escrito por encima de sus posibilidades sobre las cuestiones de los pueblos keniatas. Mientras leía no he leído nada que me llevara a pensar que el autor estaba minusvalorando la cultura kikuyu, ya que toda la parte crítica sobre todo lo que sucede en la novela la carga Koriba, ergo, todo lo negativo se centraliza en un personaje que no es la representación ni del pueblo entero (como vemos a lo largo de todos los relatos) ni del propio autor (que por lo visto se documentó.)

Sobre la primera cuestión, cabe decir que es cierto que nos encontramos ante una estructura muy reiterativa y que a veces puede cansarnos, sin embargo, si pensamos que en principio fueron relatos separados, podemos entender un poco esta repetición. Además, tenemos que tener en cuenta que el protagonista es un mundumugu, esto es el guía espiritual del pueblo kikuyu y, por tanto, su manera de contarnos los sucesos se hacen a modo de parábola. Así, se plantea el problema para Koriba, este lo enfrenta con un cuento del que aprenden los niños kikuyus y se resuelve el problema del relato principal, igual que encontramos en la Biblia y en todos los libros de prosa didáctica (por poner un ejemplo El conde Lucanor de Don Juan Manuel).

Así que la cuestión de la pesadez del relato creo que es algo que está ahí, pero que no sobrepasarla implica, quizá, no entender del todo la obra que, por otra parte, nos ofrece unos relatos y cuentos espectaculares, por la parte de la crítica que presenta (el hecho de que no se deje aprender, en concreto a las mujeres, por ejemplo), y por la parte de tensión narrativa que añaden a toda la novela y, en especial a Koriba, que no deja de descubrirse ante nosotros y sus compatriotas como un tirano buenista.

Impactante y con mucho poso

La verdad es que me dejo mil cosas que decir de la obra, puesto que me he centrado en defenderla de las acusaciones históricas y no he ahondado en las implicaciones de los relatos, pero de verdad es una novela o conjunto de relatos que nos deja escenas sobrecogedoras y reflexiones sobre la integración, las raíces y el progreso muy interesantes. Añadimos a esto el epílogo con la novela corta Kilimanjaro que consiste en una nueva utopía intentando superar los fallos de Kirinyaga. No os digo mi conclusión sobre esto, que también ha llevado a disputas, pero creo que Resnik sí que tenía algo más de recorrido que la América en su sangre.

Por todo ello, no puedo sino recomendaros la obra si os gusta la ciencia ficción prospectiva que nos plantea más de una cuestión entre sus páginas. La narración a pesar de las repeticiones se lleva bien y la tensión narrativa, como ya he mencionado más arriba, está muy bien tomada, a pesar de que en algún momento podamos anticipar qué está por suceder. Espero que os animéis con ella y que la disfrutéis.

El libro en el Bolsillo 

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