[Reseña] Carambola. Sobre ‘La jugada final’ de Jennifer Lynn Barnes

Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas y siempre me he opuesto a esa afirmación porque he encontrados segundas partes incluso mejores que la entrega anterior. Pero claro, creo que ahí de manera consciente caemos en un error de bulto; cuando una historia no termina, no hay segunda parte, ya que la historia continúa, es la misma. El problema es cuando dentro de la creación de la obra se mezclan los dos conceptos y encontramos «continuaciones» que tienen que resolver cuestiones de la primera parte, pero que en gran medida no aportan nada nuevo.

Para mi desgracia, esto es lo que ha pasado con la novela que traemos hoy aquí. No era la segunda parte, sino la tercera de una trilogía que, os reconozco y podéis leerlo, me estaba gustando bastante. La trilogía es Una herencia en juego y su tercera parte, donde me he pegado el golpe, es La jugada final, de Jennifer Lynn Barnes, publicada por Molino. Espero que os guste la reseña.

** Al ser la reseña de una tecera parte, puede contener spoilers


Para conseguir heredar miles de millones, Avery Grambs solo tiene que sobrevivir unas semanas más en la mansión Hawthorne. Pero los paparazzi no la dejan en paz, la presión sigue subiendo y el peligro acecha por todos lados. La luz al final del túnel son los hermanos Hawthorne, cuyas vidas están completamente entrelazadas con la de Avery.

El momento en que Avery se convierta en la adolescente más rica del planeta se acerca, y es entonces cuando aparece un visitante que podría cambiarlo todo. Aún hay un último enigma que resolver, y Avery y los hermanos Hawthorne se verán atrapados en un peligroso juego una vez más.

Atrapada en un mundo de riqueza y privilegios, con el peligro acechando a cada paso, Avery tendrá que ir a por todas y jugar a ese juego... si quiere sobrevivir.

Todo sigue relativamente en juego

A Avery le queda poco para superar la condición estipulada por Thobias Hawthorne para heredar su fortuna. Poco tiempo para cumplir un año en esa casa, poco tiempo para cumplir la mayoría de edad y hacerse con el control de toda la herencia. Sin embargo, y a pesar de que con los Hawthorne la cosa va viento en popa (quitando su lío personal con Jameson y Grayson), nuevos contendientes se suman a este tablero.

Lo cierto es que esta partida de ajedrez, ya casi demasiado larga, solo se sostenía por una única incógnita: ¿por qué Avery es la heredera? Ya en la segunda entrega de esta trilogía de investigación, con bastantes toques de salseo, tuvimos una casi respuesta que la autora destrozó delante de nosotros para poder continuar con esta tercera parte.

Así que sí, nos encontramos ante la resolución de incógnita final, pero no os creáis que todo va a quedar en casa. Los contendientes aparecidos en esta tercera parte nos dan más dudas que soluciones y, aunque podemos decir que esta tercera parte cierra, no sé si por torpeza o por estirar el chicle, las soluciones que encontramos se pueden entender de un lado y al contrario. Como el nombre de Hannah.

¿Dónde radica la problemática?

Supongo que quien está leyendo esta reseña ha leído las partes anteriores, pero de no ser así, seré cauta en lo que digo. La problemática principal no tiene que ver tanto con la solución a las incógnitas, sino como con el cómo.

En la primera parte, Avery aterriza en un mundo que desconoce completamente y la acompañamos en ese laberinto de incertidumbres y enigmas, aprendiendo con ella  lo que es enfrentarse al intelecto de los Hawthorne. En la segunda parte ya hemos aprendido esto, y lo que nos ofrece la novela es una profundización en los personajes, en sus miedos, sus debilidades y en sus secretos. El lector y la protagonista ya empiezan a sentir que entiende lo que nos rodea, así que podemos adentrarnos más en los personajes.

Sin embargo, en esta tercera parte volvemos a ese punto inicial de no saber nada. La pretensión es hacernos creer que Thobias Hawthorne sabía mucho más que nosotros, era más listo y, por tanto, nos va a volver a pillar. De este modo, los enigmas vuelven a nosotros, pareciéndose entre ellos, pero con un añadido incómodo, no tenemos todas las piezas del puzle. Así, si en las entregas anteriores podíamos jugar con nuestros personajes, en este solo encontramos un giro tras otro tras otro para sorprendernos por algo que, al final, ni nos va ni nos viene, porque nosotros lo que queremos saber es lo de Avery, no lo listo que era el viejo Hawthorne.

No será que…

Ya pongo por delante que mi incomodidad con la novela no va tanto porque no haya podido participar en las incógnitas, sino por la aleatoriedad de las soluciones y las «sacadas de manga» que hemos tenido en esta historia. No obstante, esto no es lo que más me ha frenado en la lectura, sino la relación entre los personajes.

La novela está dividida como en dos partes que, os soy sincera, no sé definir muy bien. Diría que es más o menos a mitad del libro cuando la autora se cansa de dar vueltas a lo mismo y esto mismo es la relación sí no entre los Hawthorne y nuestra protagonista. Como en entregas anteriores tenemos a un Grayson taciturno y atormentado por sus demonios  (a pesar de que la entrega anterior casi fue una terapia para él) y un Jameson alocado e impulsivo (de nuevo, en el anterior supuestamente se había tratado si tendencia a no pensar), y, otra vez, a una Avery que quiere querer y salvar a todo el mundo.

Esto podía pasarlo porque, total, es la motivación básica de la romántica, pero lo que más me ha podido ha sido que se ha empleado en los tres libros el mismo recurso que, supuestamente, se había enterrado en cada uno de ellos. Sin querer destripar mucho, el uso de los fantasmas del pasado en esta historia es demasiado, está sobreexplotado y, además, es que no avanza en ningún sentido. El personaje puede decir que lo ha superado como que no porque realmente es que no sucede nada para que pueda o no hacerlo.

Dicho esto…

Dicho esto pues poco me queda por decir. Nos encontramos ante una tercera parte que termina la historia, los flecos que quedaban, que eran pocos, pero que repite fórmulas de los anteriores de manera un poco burda. Sobre los personajes, en vez de evolucionar parece que se han quedado estáticos y los que más podían dar chispa (como Max) desaparecen de la escena.

A nivel de estilo se mantiene en sencillez y cercanía, pero como hemos dicho la construcción deja que desear. Si ya habéis empezado, pues sí os lo recomiendo para quitaros las dudas. Si no habéis empezado la trilogía, os diría que os leyerais la primera parte y que os quedarais ahí. En mi caso ha sido un final un poco chasco, pero no todo puede terminar perfecto. Espero que si os lanzáis a leerla, la disfrutéis de verdad.

El Libro en el Bolsillo

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Puntuación:

Comentarios

  1. ¡Hola!
    Jo, qué rabia haber leído una trilogía entera para que termine de esta manera... Yo leí el primero y, aunque es cierto que me gustó más de lo que esperaba, el tema de los acertijos se me hizo demasiado pesado y nunca continué con la trilogía.
    ¡Nos leemos!

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  2. Hola,
    una pena que el libro haya estado un poco "meh". Es una lástima que la trilogía entera se quede en agua de borrajas pero bueno, ya se con qué libros no ponerme en un futuro.
    Besos :)

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  3. ¡Hola! ¿Como estas?
    Que mal que el libro no fue lo que esperabas, muchas gracias por la genial reseña <3
    Bonito sabado <3
    Diana de Aventura En Libros <3

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  4. Por eso no soy muy dada a leer trilogías, prefiero siempre libros autoconclusivos, que empiecen y acaben.
    B7s

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  5. Holaaa
    A mí este final me dejó bastante meh, no sé, con lo que me gustó la primera parte esperaba mucho más, aunque también es cierto que la segunda tampoco fue lo que esperaba.
    Un saludo
    Inkites

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  6. ¡Hola!
    Una pena que esta última parte no haya estado a la altura de la primera parte. A mí cuando salió el primer libro me llamó la atención pero después al ver que era trilogía le perdí un poco el interés, entonces igual si alguna vez me animo lo que haga sea leer solo el primer libro y listo.
    Un saludo y gracias por la reseña :)

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