[Ignotus] Aceptar lo inasumible. Sobre ‘Todos mis santos’ de Manuel Ortiz

La idea de que todo acaba, creo, es una de las cosas que aprendemos más rápido. Aunque solo sea porque el contexto nos enseña que la comida, una película, un curso, un año terminan, el concepto de fin parece inherente a nuestra comprensión y, sin embargo, qué difícil es cuando tiene que ver con un ser querido. Porque claro que todos sabemos que en algún momento la vida termina, pero decidimos vivir con un pacto de ficción en el que esto ocurre muy lejos en el futuro.

La obra que hoy reseñamos nos presenta qué podría pasar si conociéramos esa fecha y, además, nos persiguiera. La novela se llama Todos mis santos de Manuel Ortiz, publicada por la editorial Cerbero y finalista a los Premios Ignotus de la Asociación Pórtico (Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror) en la categoría de novela corta. Espero que os guste.

Alejo creía que los dioses no existían y que, con suerte, llegaría a viejo llevando una vida normal, sin demasiados sobresaltos. Pero estaba equivocado.

La madrugada del 31 de octubre acaba una canción y, por primera vez en mucho tiempo, se siente vivo. Cuando las últimas notas de la guitarra se pierden en el silencio de su habitación, una figura felina se le aparece para anunciarle que solo le queda un año de vida.

Alejo tendrá que dejar muchas cosas atrás para volver a sus raíces con un solo objetivo: cantar.

Huir para encontrarse

Alejo tiene claro cuándo va a morir. No ha sido un pálpito ni una consulta al futuro. La muerte en forma felina fue a verlo y le anunció que tendría un año de vida. El día de su final será el 31 de octubre. Por ello fue por lo que Alejo huyó.

En in media res comienza esta novela corta de fantasía que nos ubica en un mundo no muy diferente al nuestro, pero con un componente religioso diferente. El Culto, como así se menciona en la obra, se rendirá a figuras felinas que representan la muerte y esta es la que se le aparece a Alejo, nuestro protagonista, lo que provoca que abandone todo su mundo conocido e intente perseguir lo que le apasiona, cantar.

Sin embargo, hemos dicho que la obra comienza a mitad de camino. Un bar, un hombre que canta a los dioses y un encuentro fortuito con Remi y David. A partir de esa noche, nuestro protagonista tendrá más presente su cuenta atrás y le acompañaremos en su vida (aunque sea breve) y en el crecimiento de su capacidad de expresarse a través de la música.

Explicarlo bien

Una de las cosas que más me ha gustado de la novela es que siendo una obra tan materialista en las acciones, me refiero a que los personajes ejecutan acciones definidas en escenarios concretos, la parte metafísica trasciende a todo ello. El autor empleará visiones, que poco a poco irán encarnándose para aquellos que intervienen en la trama, también empleará recuerdos y testimonios; no obstante, la música, que no oímos en la novela, y los sentimientos de los personajes rezumarán todas las palabras, por ello, aunque hacen cosas, lo que a mí me ha provocado (y creo que a gran parte de los lectores) es un runrún que te lleva a plantarte cuestiones más allá de lo tangible.

Esto que parece muy místico y muy, incluso, devoto por mi parte es algo que valoro mucho de la obra. No puedo decir que no creo, pero tampoco puedo decir que lo haga, en esa línea de funambulista, sí que creo que podemos tener momentos de cierto éxtasis (llamadlo religioso, intelectual o transcendente, eso da igual) que son justo los que describen en la obra.

Estos se suceden a quien escucha a Alejo, pero también los encontraremos en el propio personaje y es que una de las cosas que creo que pone en valor la obra es como el arte, en este caso la música, es la forma de expresión más liberadora de todo aquello que tiene la característica de lo inefable. Una forma de enfrentarnos a aquello que no sabemos poner en palabras, como es la muerte, y que nos libera de todos los sentimientos que nos produce.

Un proceso

No obstante, ese sentimiento del que estamos hablando es uno concreto, la muerte. En nuestro caso, como hemos dicho, es algo tangible que visita a nuestro protagonista, un felino, a veces gato, a veces pantera, que se presenta para recordar que tu tiempo se acaba.

Ante esta persecución nuestro protagonista decide aislarse y dedicarse a aquello que lo llena, cantar. Sin embargo, la vida no es solo nuestras decisiones, así que Alejo tendrá que caminar con compañeros. En este sentido, lo que podemos apreciar es el proceso que sigue Alejo para asumir o no su destino.

Una de las cosas que me han llamado la atención es que el autor no plantea un protagonista que vive al límite porque ya sabe su fecha. Nuestro protagonista sigue teniendo un escrupuloso respeto por la vida, sobre todo por la de los demás, así que lo único que hace es expresarse como mejor puede e intentar no herir a nadie en el camino.

Serenidad

De una manera o de otra, en los últimos tiempos he sido muy consciente de la muerte. El caso es que, al leer esta obra, he sentido cierta serenidad, que creo que es justo lo que nos va contando.

En sí la trama es sencilla, como ya os he dicho, encontraremos la historia de los últimos meses de este cantante que expresa su pesar a través de su voz. Sin embargo, el progreso, la relación con el resto de personajes y los hechos que se van sucediendo, nos llevan como lectores a dejar a un lado la trama para centrarnos en lo que nos hace sentir: miedo, desazón, pena; pero también alegría, alivio y tranquilidad por lo que está sucediendo.

A todo ello se suma el estilo del autor, que es super cuidado y sabe emplear la palabra exacta para hacernos entenderlo que sucede y sienten los personajes. Una historia breve, distinta y que no te deja indiferente porque apela a lo que todos tenemos en común: el fin. Espero que os animéis con ella, no os arrepentiréis.

El libro en el Bolsillo 

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