[LC] Lo que pudo ser, pero fue, pero no llegó a ser. Sobre ‘Un misterio, una muerte y un matrimonio’ de Mark Twain

Ya me ardían los dedos de no estar escribiendo reseñas y, aunque la vez anterior parecía un sí, pero fue un no, esta vez sí venimos con fuerzas y con muchas ganas de pegar otro buen impulso al blog. Hasta ahora la línea de reseñas ha ido un poco combinando de todo (autopublicados, novedades, clásicos, etc.) y seguirá siendo así, pero con pequeños matices. Priorizaré lecturas pendientes, sobre todo de autopublicados que a estas alturas deben estar odiándome, pero las alternaré con novelas que me apetezcan más allá del boom de ese momento o la fama que puedan tener. En esta travesía he aprendido mucho y descubierto muchos gustos, pero no dejo de sentir que me he desviado un poco de mi propia personalidad lectora, así que regreso a ella para poder daros reseñas con más entendimiento. Dado todo este rollo, empezamos.

Cómo gusta una buena historia de enredos y si, además, tenemos un personaje que mienta la cosa se nos pone aún mejor. Quizá haya alguien por aquí que no entienda por qué mentimos o qué placer puede haber en hacerlo… Sin declararme mentirosa (porque procuro no serlo) creo que ese juego de ser quienes no somos o de cambiar la realidad a cómo nos gustaría que fuera siempre es seductor. Al final no es sino una aplicación más de la imaginación, ¿no?

En la obra que reseñamos hoy, encontramos a varios personajes que por una u otra causa tienen motivaciones ocultas. A veces puede ser el amor, otras el rencor, otras el dinero… pero siempre están ahí para que dudemos de ellos. El cuento se llama Un misterio, una muerte y un matrimonio y está escrito por Mark Twain, conocido por sus obras Las aventuras de Tom Sawyer o Un yanqui en la corte del rey Arturo. Esta lectura la he hecho junto con los compañeros del club de lectura de Fénix Club Literario. Espero que os guste.

En esta obra, Twain nos cuenta una historia de enredos, misterios y asesinatos. 

En Deer Link, un pequeño pueblo situado en algún lugar de Estados Unidos, Mary, la hija del humilde granjero John Gray, se va a casar con Hugh Gregory, un apuesto y acaudalado joven. Todo parece ir sobre ruedas hasta que el reverendo del pueblo informa a John de una gran noticia... David, su hermano, ha hecho testamento a favor de Mary, toda su fortuna será para ella, y la alegría inicial deviene en preocupación...

Todo atado y bien atado

Mary está pletórica, Hugh Gregory le ha pedido en matrimonio y su padre ha aceptado. Que la motivación sea fastidiar a su tío David, no tiene nada que ver. Sin embargo, pronto se tuercen las cosas. La aparición de un misterioso conde y la noticia de la muerte de David Gray trastocarán los planes no solo de la familia Gray sino de todo el pueblo de Deer Link.

Un misterio, una muerte y un matrimonio es un cuento breve con algún toque de fantasía que nos introduce en la narración desde la primera línea. El nombre del pueblo, del protagonista y su situación son la presentación ideal para que nos acerquemos a la psicología del personaje, John Gray, un campesino que ansía mejorar su posición a través del matrimonio de su hija Mary.

Un pero incontestable

Sin embargo, como es propio de este autor, nuestro protagonista no querrá solo un matrimonio favorable para su hija. El humor de Twain aparecerá en este primer momento, ya que, además, gracias a este matrimonio podrá tener una pequeña venganza contra su hermano. Enemistados ambos, a pesar de que David sí que desea lo mejor para Mary, este odia a Hugh Gregory, el prometido de su sobrina, por lo que este matrimonio a parte de ventajoso es un «darle en los morros» al hermano rico que no ayuda al hermano pobre.

No sé cuánto de esta relación se ha dado en la literatura, pero por lo que he leído de Twain, sí que trata con cierto resquemor a esos personajes que no son capaces de repartir la riqueza. En este caso, el segundo en discordia no tiene nada de voz en la obra, quedando como un viejo huraño al que Mary le cae bien por una iluminación del cielo.

De todos modos, como os imaginaréis, la historia no se queda así. La boda está proyectada, pero aparece un joven en mitad de la nieve, un joven que dice que es un conde francés y al que se le presupone una gran fortuna. La verdad es que la aparición de este personaje se vuelve altamente sospechosa, vamos a decir que el autor nos desvía del camino con él y el lector, aunque no quiera, va detrás de esta quimera narrativa.

Y así comienza

Y así comienzan los enredos, lo que dicen unos y otros se pone casi por sagrado, lo que se creen los demás también y mientras tanto se va sucediendo en secuencia lo que dice el título: un misterio, una muerte y un matrimonio. En este momento de confusiones, lo que nos ofrece la narrativa del autor son sucesiones de escenas cómicas, de intriga, alguna de cierta sorpresa, pero sobre todo mucha retranca. Lo que va ocurriendo se aproxima más a una revuelta vecinal que a un problema donde hay algo tan grave como una muerte.

De este modo, el lector comienza a elucubrar no solo en lo que sería posible realmente, sino en lo que le gustaría que pasara a los personajes. Inevitablemente nos posicionamos a favor de unos o de otros, nos dejamos conmover o nos dejamos engañar, a pesar de que en nuestro fuero interno podamos saber la verdad. La lectura entretiene, por tanto, no solo por la trama en sí, sino por lo partícipes que nos hace de ella.

Ya que estamos con criticones…

Como podemos deducir de lo que he dicho hasta el momento, John Gray es un personaje un poquitín detestable o, al menos, alguien con cierta mala leche. No diremos dónde ni el por qué, pero Twain aparte de aparecerse así con el personaje de Gray nos deja un poquito de su propia mala leche en la novela.

Esta aparición la veremos en una crítica mordaz y feroz a la literatura de Julio Verne. Recordemos, o mejor pongamos en contexto, que Julio Verne es visto en algunos círculos como padre, desde luego, de la fantasía moderna, pero también desde algún punto de vista de la ciencia ficción. Sin querer decir yo sí a esto, porque llevaría a un debate literario largo y para el cual ahora no estoy preparada, sí que en su época se hizo notar por lo  prolífico de su producción y lo fantasioso de sus obras.

Se ve que esta manera de producir y, sobre todo, el contenido de sus novelas no era muy del agrado del novelista y, por ello, encontramos casi un capítulo entero a dedicar tan bellas palabras al autor como:

«escribió sus grandes obras a partir de las cutres anécdotas y experiencias de su ayudante»

Y lo curioso de todo esto es que, aunque parezca mentira, esta crítica tan directa está relativamente bien incrustada en la historia, ya que, aunque peca de algo de fantasía y mentira, es justo un ejemplo de lo que Twain dice que hacer Verne. La simulación del relato del autor francés se convierte en el arma para su propia crítica.

Lecturas de tarde

La verdad es que me lo he pasado bien leyendo el cuento, porque, aunque es breve, como hemos visto a lo largo de la reseña, tiene un poquito de todo: cosas ocultas (tanto en la trama como en la realidad del escritor), confusiones, declaraciones fantasiosas y un poquito de mala leche.

Toda esta combinación junto con el estilo de Twain que es sencillo, ameno y cercano, además de que sus personajes son entrañables por ser el prototipo de lo que representan; nos lleva a una lectura fácil, rápida, divertida y que nos puede sacar, un poquito, esa mala leche que llevemos dentro. Espero que os animéis con ella (está gratis en Amazon) y que disfrutéis de los gruñones.

El libro en el Bolsillo

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