Gertrude M. Barrows
Quizá lo que más destaca para mí de ella es que con solo diecinueve años escribió el que podría decirse como primer relato de ciencia ficción escrito por una mujer. En él nos habla de un hombre que adquiere superpoderes y está escrito a principios del siglo XX.
Años después vuelve a la escritura bajo el pseudónimo de Francis Stevens y con dicho nombre escribirá novelas de ciencia ficción, así como relatos de fantasía y terror. Una de las cosas que podemos ver en esta antología es qué influencias ha tenido la autora en su estilo. Así, Poe y Lovecraft serán dos puntos en su narración, el uno por la composición de la intriga de la escena y el otro la idea de terror cósmico. En este sentido, me ha gustado cómo ha emulado a ambos autores, dando su toque personal y resolución más positiva a los giros dramáticos.
Sobre los relatos
La antología consta de tres
relatos, de los cuales podríamos denominar fantásticos dos y un tercero que se
acerca más al terror. De aproximadamente la misma extensión, el primer relato, «La isla amiga», supone
para mí la mayor innovación, ya que el motivo de este no lo había visto
desarrollado per se. Los otros dos, como
he mencionado más arriba, suponen un ejercicio de modificación de fuentes y
cambio de perspectiva.
«La isla amiga»
En un mundo donde las mujeres son el género predominante, un hombre entrevista a una anciana marinera que naufragó en su juventud en el mar. En su historia nos narra su llegada a una isla con sentimientos, que se vio atacada por los improperios de un hombre.
La narración es sencilla y ágil, y nos desarrolla la idea de la empatía, la sensibilidad y el respeto. Aunque la mujer aparece como el género predominante, nuestra protagonista muestra rudeza, ya que pertenece a un tiempo anterior en el que las mujeres tenían que parecerse a ellos para poder tener una posición de poder. Así, el conflicto entre ese hombre rudo e irrespetuoso con la isla que los salva y la gentileza y sensibilidad de nuestra protagonista, nos sirve para poner en cuestión qué es propiamente de cada género y si va más allá del constructo nuestro comportamiento.
«Tras la cortina»
Un hombre recibe a un amigo en su casa y le confiesa que su mujer le ha abandonado. Sin embargo, le explica que tiene un plan que pasa por renunciar a toda su colección de arte egipcio e intentar reencontrarse con ella.
Poco a poco nos metemos en esta historia de terror, que si bien puede parecernos predecible, tiene algún giro que nos deja con la duda. Al más puro estilo tradicional, propio de Poe, como se menciona en el propio relato, lo fantástico de esta historia no es lo que se nos dice, sino las incógnitas que se van clavando en nuestra mete y que nos dejan con sentimiento de intranquilidad. Un cuento sencillo y liviano, pero con el impacto justo para no pasar desapercibido.
«Ojos que no ven, corazón que no teme»
Relato de tinte lovecraftiano que nos acerca a la idea de que la maldad es algo que percibimos, pero también que existe en sí. A través de las andanzas nocturnas de nuestro protagonista se nos acerca al horror cósmico y la inquietud ante lo oculto de los demás. En este sentido, encontramos cierto racismo al inicio del relato, explicado en la emulación de la autora de unos de los relatos del propio Lovecraft.
Quizá, de los tres que encontramos en la antología sea el más caótico, extraño e incómodo, pero frente a otras narraciones donde los autores narran pretendidamente así, aquí encontramos al final del cuento su explicación. Eso sí, la duda aún queda para lo sucedido.
***
Como hemos podido ver, nos encontramos ante tres relatos diferentes entre sí que nos ofrecen una historia que no nos dejará indiferentes. Además, creo que es una buena aproximación a una autora de la que hemos sabido poco hasta ahora. Espero que os animéis con la antología y darle una oportunidad a Barrows.
A mi me pasa como a ti, no soy muy de relatos. Pero tampoco era de fantasía y ahora últimamente me estoy acercando al género como lo hice en su momento con la ciencia ficción.
ResponderEliminarEs cuestión de coger un género en el momento idóneo.
Lo que no sé es si cambiaría de nombre para cambiar de género para escribir.
B7s