[Ignotus] La estela del dolor. Sobre ‘Regreso a Gaozu’ de Isa J. González

La vida cuando somos jóvenes es otra cosa. La velocidad con la que se vive, la adrenalina con la que podemos actuar y las emociones que podemos sentir son mucho más intensas que cuando llevamos viviendo ya un buen rato y descubrimos que el mundo es de otra manera, mucho más cruda, mucho más fría y, a veces mucho más cruel. Cuando empezamos a dar nuestros pasos en la vida adulta debemos creer que podemos cambiar las cosas, cuando ya hemos pasado ese impulso, debemos reconocer que las cambiaremos, en todo caso, para los que están por venir. Y eso está bien, no hemos fracasado porque aún no veamos el resultado.

La obra a la que nos acercamos hoy nos habla un poco de esta sensación de fracaso y de resignación ante lo que nos rodea. La novela se llama Regreso a Gaozu de Isa J. González, publicada por Crononauta, y la he leído como finalistas a los Premios Ignotus, en la categoría de novela, de la Asociación Pórtico. Espero que os guste.

Elizabeth llegó a Gaozu para ayudar en una investigación científica. En nombre de la Organización Universal de Sapientes, ella y sus compañeros pretendían explorar el planeta en busca de vida inteligente. Ahora, dieciséis años más tarde, Izzie capitanea la Errante, una basurera a la que han asignado una misión: recoger los restos de una nave accidentada cerca de Marte. Sin embargo, lo que encuentra allí es un mar de cadáveres y una mano ejecutora que conoce demasiado bien. Sin pretenderlo, ella y su tripulación se ven envueltas en una lucha que Izzie creía haber abandonado y que se sumará a su propia batalla, la que libran su pasado y su presente, su vocación y su maternidad, su corazón y su deber.

Alejada del recuerdo

A Izzie le encanta su trabajo de basurera espacial, sin embargo, cuando tiene que acudir a limpiar accidentes espaciales la cosa cambia. La pérdida de de vidas es algo a lo que uno no se acostumbra, ni si quiera habiendo sido piloto de la Alianza, pero es que, además, en su último encargo ha encontrado algo que hubiera deseado no encontrar. El pasado se lanza a ella e Izzie solo tiene una alternativa: enfrentarlo.

Adentrarse en esta novela de ciencia ficción es lanzar al estudio de algunas cuestiones muy humanas: el amor, el desarrollo de uno mismo y la maternidad. Es verdad que nuestra protagonista no será ejemplo de nada, pero a la vez será un buen modelo de una persona que no se rinde, a pesar de que todo lo que le va a sucediendo va llevándole a desistir de sí misma. Sin renunciar al sentido de la maravilla, Isa J. González nos traslada a un futuro donde la ambición humana sigue intentando oscurecer un horizonte de luz y esperanza. Un horizonte que llevará a los habitantes de la Errante de vuelta a Gaozu, el planeta amarillo.

La importancia de la exposición

De este modo, acompañamos a Izzie en una misión que la llevará a enfrentarse a su pasado y la obligará a resolver los conflictos que han quedado en ella. Para ello, tenemos una historia escrita en dos tiempos: uno en el pasado, en el que se nos cuenta lo que sucedió en su anterior visita a Gaozu y lo que supuso para nuestra protagonista; y otro en el presente, que nos va explicando las circunstancias que la llevan de nuevo allí.

Ambos tiempos se diferencia muy bien a nivel de estilo, ya que la autora consigue a través de él que nos situemos no solo en el tiempo sino en el momento vital de la protagonista.

En el tiempo en pasado, encontramos una prosa lenta que nos permite entender muy bien la fascinación que le produjo a Izzie el planeta. Sus descripciones pausadas, sus momentos de perplejidad ante lo que descubre nos introduce como lectores en esa sensación. Sin embargo, en esta parte encontramos también pasajes de reflexión, introspección y análisis de la protagonista, sus propias emociones ante lo que ve, los sentimientos ante sus compañeros, y estas partes son muy abundantes, así que el ritmo de la acción se pierde. A pesar de transmitir la maravilla por lo que va descubriendo, nos centramos más en la conformación de la personalidad de Izzie y su trauma.

La configuración, en general, de estos capítulos está muy bien, pero en algunos momentos la trama se vuelve algo lenta y la acción se tropieza sobre sí misma.

Por su parte, en los capítulos que nos narran el presente, a pesar de que no se cuenta la gran aventura (en un principio), encontramos un ritmo mucho más ágil. Los personajes actúan, interactúan y los momentos de introspección aparecen en el punto exacto. En comparación, los capítulos que nos narran estos hechos se leen mucho mejor que los otros, ya que no se dilatan tanto, o mejor dicho, se recrean tanto en el sentir de los personajes, que está bien, pero a veces hace que la acción no se viva de la misma manera.

En la segunda parte de la novela estos dos estilos se fusionarán dándonos un final de trama mucho más rápido y que yo particularmente he disfrutado más, aunque los personajes aún se pararan a desarrollarse a sí mismos. Pero en el momento exacto, como explicaba antes.

Aprender leyendo

No obstante, a pesar de mis altibajos con las diferentes historias, reconozco que los temas que se han desarrollado me han gustado bastante. El primero de ellos, y quizá el más obvio junto con el siguiente, es el impulso de la juventud.

En este sentido, encontraremos el desarrollo de la adquisición de los ideales y de cómo estos no llevan a situaciones en donde la toma de postura es inevitable. En el caso de Izzie lo veremos en todo su pasado, en cómo va avanzando en función de esa necesidad de descubrir y encontrar su lugar en el mundo. Por su parte, otro de los personajes será el relevo de ese impulso con el que la protagonista tendrá que lidiar a pesar de su propio pasado.

En ese encontrar su lugar, Izzie decidirá que es necesario para ella el espacio, de una manera muy inherente a su persona. El hecho de conformar su identidad será algo que nos lleve a entender que no es algo que sucede y ya está, sino que es una carrera de fondo a lo largo del tiempo que vivimos. Esto nos lleva a la siguiente cuestión que es la maternidad. La obra nos pone un poco contra la espada y la pared, porque si bien es cierto que en nuestra sociedad parece que la norma ha de ser el sacrificio por nuestros vástagos, la novela nos plantea la alternativa de que quizá debemos ir nosotros antes que ellos. Este pensamiento que puede parecernos negativo, se ve justificado perfectamente a lo largo de la novela, teniendo un colofón final muy interesante por los implicados en él y las conclusiones a las que llegan.

Finalmente, la cuestión del otro es nuestro telón de fondo. Lo sucedido en Gaozu, a lo largo de toda la historia, nos pone sobre la mesa el jaque a la idea de globalización, europeización y colonización. Un buen campo sobre el que pensar en la identidad y en las consecuencias de nuestras elecciones.

Disfrutar Gaozu

La verdad es que si me sincero tengo sentimientos encontrados con la lectura. Por un lado, reconozco que es una novela que me ha costado mucho por el estilo, las partes en pasado, como ya he comentado me ralentizaban mucho y me agotaban un poco. Sin embargo, curiosamente, la novela ha conseguido transmitirme esa fascinación por el planeta, esa sensación de maravilla ante el descubrimiento y la necesidad de salvarlo, con lo que, a pesar de todo, algo me ha pegado.

Por otro lado, los temas que se han tratado me han parecido todos muy interesantes, tanto en su desarrollo como en su perspectiva, por lo que la novela me ha gustado y me ha dado que pensar. Si os apetece una novela espacial, donde este medio os permita reflexionar y darle una vuelta a lo que leéis, esta es vuestra obra.; una novela con personajes muy completos, con una problemática bien llevada y con un final de quitarse el sombrero. Espero que os guste.

El libro en el Bolsillo 

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