[Reseña] Cierto sin sabor. Sobre ‘Aquelarre, el pueblo maldito’ de Francisco N. Morujo

A veces necesitamos cosas para desconectar, una salida superflua, algo mamarracho que ayude al cerebro a liberarse un poco del constante trabajo de comprender lo que nos rodean. Por ello, creo, aparecieron las películas de por la tarde, las películas de serie B y las novelas sencillas y que no tienen pretensiones. Para darnos un respiro, que las disfrutemos en su utilidad y continuemos con el aire tomado en otras cosas.

No diré que la novela que traemos hoy aquí sea así, pero sí es cierto que se nos presenta con una ligereza que de vez en cuando nos viene bien. La obra se llama Aquelarre, el pueblo maldito, de Francismo N Morujo, publicada por Bubok. Espero que os guste la reseña.

A pesar de tener unos años más aún conservaba buen físico con abdominales marcados y musculatura bien definida, aunque no prominente. No era el David de Miguel Ángel, pero era lo suficientemente pícaro para encandilar a las jovencitas con su físico resultón y su abundante cartera. “Las niñas de ahora son demasiado materialistas” solía pensar para sus adentros mientras buceaba por internet en busca de la víctima perfecta. 

Nadie sospechaba nada de su doble vida, discreto cuando y donde debía serlo y vicioso cuando la situación lo requería; sexo, drogas y rock and roll que dirían los clásicos.

Una obra de arte

Cada año, por la celebración de San Antón, aparece en la iglesia de un pueblo una persona ahorcada. En un principio se creyó que era un suicidio, pero pronto descubrieron que estas muertes, casi rituales, eran asesinatos. Por ello, contactan con Goycoechea, sin embargo, este delega la investigación en la inspectora Alba, que junto con el forense el doctor Cheng, Chuchi  para sus conocidos, se lanzará a desentrañar tamaño misterio.

Un pueblo, unas muertes extrañas y ya tenemos montada nuestra novela policial de hoy. En ella seguiremos la investigación de Ana y Chuchi que partirá con tres posibles culpables: el alcalde, el cura y el sargento de policía. Sin embargo, al avanzar la investigación irán creciendo los enanos y la cosa se complicará, ya que todo el mundo parece buena persona e incapaz de hacer tamaño tropelía: ahorcar en el altar mayor a personas inocentes.

La seducción de la novela

Sin duda, lo que primero llama la atención de la obra es su modo narrativo. Contada a dos tiempos y con dos voces, iremos conociendo la historia de Alba y Chuchi, en tercera persona, y a su vez en primera la perspectiva del asesino, que, además contada en pasado, nos irá explicando su modus operandi y cómo consiguió cada una de sus víctimas.

La verdad es que, a pesar de lo explícito de alguna escena, esta parte de la novela es la que más me ha llamado la atención. Era muy interesante ver por qué no era capturado tras ninguno de sus crímenes, a pesar de que nos presente como un personaje prepotente, engreído y, sobre todo, adelantado a todos los demás. En el fondo, objetivamente, así era, pero al lector le quedaba claro, a su vez, que poco le iba a durar esa inteligencia.

Sin embargo…

Debo reconocer que no ha sido una novela para mí. Más allá de que es cierto que el asesino tenía unos capítulos muy interesantes, la historia principal no me ha terminado de enganchar. Los protagonistas no han estado mal, aunque creo que llamar como llaman al forense es un poco de aquella manera, pero bueno; sin embargo, el discurrir de la trama no me ha convencido.

Por poneros un ejemplo de lo que no me ha convencido, los interrogatorios y conversaciones con fuentes y sospechosos son muy vagos y siempre terminan asegurando la sinceridad de todos los personajes. Esto a nivel lector desespera un poco, por un lado, si todos son sinceros, entendemos que el asesino irá y confesará sus crímenes, y, por otro lado, qué habilidad la de estos policías para saber en un par de líneas si sus interrogados dicen la verdad o no. Que puede parecer una tontería, pero si nada levanta sospecha, si todo puede parecer sospechoso porque no te queda otra ante la nada, al final da la sensación de que la investigación hilada más porque sí, que porque haya unas conexiones y conclusiones a propósito.

Por otro lado, el final no me ha convencido mucho. Durante toda la obra estamos acompañando a la pareja en la investigación, pero cuando llegamos al momento clave, resulta que ellos no han servido de absolutamente nada. No os diré el motivo, pero, aunque en la obra se les pone como punto de distracción para poder resolver el crimen, si nos detenemos a leer bien lo sucedido, todo se podía haber hecho sin ellos.

En definitiva

El libro necesita una revisión tanto de ortografía como de trama. En cuanto a la ortografía sería solucionar unos cuantos errores de repetición de palabras y faltas; sin embargo, en cuanto a la trama, hay consecuciones de escenas y exposición de conclusiones que no quedan bien introducidas, bien porque hay elipsis de material necesario o bien porque se da por hecho algunas de las reflexiones que los personajes pueden llevar a cabo y no es así. Es como si el autor, al tener clara toda la trama, no se diera cuenta de que al lector le falta información.

A eso le añadimos el tema de los diálogos que he comentado más arriba, no terminan de dar información suficiente o, al menos, las conclusiones de los investigadores no terminan de cuajar.

En cualquier caso, sí que os reconozco que si queréis una lectura rápida y para desconectar, esta es vuestra lectura. El hecho de que el asesino se muestra interesante, hace que continuemos para saber quién puede ser, así que os animo a leerla para hacer un break de cosas más elaboradas. Espero que si os animáis con él os convenza.

El libro en el Bolsillo

Consigue la novela 👉: Aquelarre, el pueblo maldito de Francisco N. Morujo