En este encuadre, cuando llegó este libro a mis manos me enamoré, porque me daba una buena dosis de esta mitología y, además, una señora con un hacha (y esto es un cliché que tengo y punto). La estupenda novela es La serora. La cicatriz del norte de Nahikari Diosdado (una autora que es la leche, todo hay que decirlo) y está publicada por la Editorial Cerbero. Espero que os guste.
Euskal Herria, siglo XVI
Amada mía:
Los sucesos que corren de boca en boca en tabernas y mercados no son halagüeños. A pesar de que la Santa Inquisición se hace cargo de demonios y brujas con mano de hierro, las malas lenguas cuentan que la magia pagana está desbocada, totalmente fuera de control. ¿Es esto cosa de brujas, como clama el Santo Oficio? ¿Culpa de mujeres descarriadas, como gritan los curas en las plazas de los pueblos?
Toros de fuego que secuestran a muchachas, duendes de pantalones rojos que atormentan villas, mujeres con pies de pato que engañan y manipulan a jóvenes con su belleza extraordinaria, cíclopes que consumen carne humana, hombres serpiente que surcan los cielos envueltos en llamas… No son pocos los horrores que asolan estas tierras y a sus gentes. Y, a pesar de ello, la Iglesia ha decidido dar la espalda a las seroras y echarlas de sus parroquias y ermitas. A las únicas capaces de reconciliar lo santo y lo pagano. A quienes acuden las familias cuando orar no da frutos y el bienestar de los suyos peligra. A las seroras, a las cuales ya no les queda más que vagar por el reino, hacha en mano, en busca de formas de ganarse el pan.
Pero no temas, querida. No son pocas las mujeres santas que, incluso cuando todo parece perdido, no desfallecen. Te aseguro que, al igual que ellas, seguiré luchando, Por ti. Por volver a tu lado.
Quién más te quiere y adora,
X
O sea que…
Andone no solía bajar al pueblo, pero ya no le ha quedado más remedio. También es verdad que la gente casi no va a la ermita. Sin embargo, cuando llega ante los habitantes, en seguida le encargan una misión, parece que una muchacha muy devota ha desaparecido y puede que haya un zenzengorri involucrado. Ya, claro…
No se anda con muchos rodeos esta novela de fantasía oscura en la que conocemos al personaje de la serora, una figura histórica de Euskal Herría, mujeres que se encargaban de guardar las ermitas de los pueblos. No obstante, nuestra serora es especial, ya que, aparte de cuidar su ermita, supone un puente entre lo sobrenatural y lo divino. Lo que viene a ser una persona que pone paz en los entuertos.
De este modo, seres mitológicos poblarán una novela que nos habla, en realidad, de la soledad, de lo que es ser una mujer en aquellos tiempos y, por supuesto, de nuestra querida Inquisición. Bienvenidos.
Sobre seres y otras personas
La verdad es que cuando empezamos la obra, nuestra serora no está en su mejor momento. Una conjunción de la edad, con un poquito de sobrepasarse con el alcohol y el tedio de la vida, al fin y al cabo, nos muestran a un personaje que tiende a la soledad y que prefiere no encargarse de nadie. Así que como os imaginaréis, craso error, pronto le salen los enanos (y casi sin metáfora).
La obra está configurada como la conjunción de varias historias
autoconclusivas en su primera mitad, pasando a ser una historia corrida a partir de un poco antes de la mitad de la
obra. Eso sí, todas las historias tienen
relación entre sí, no solo por la serora, sino porque, como decía más
arriba, serán las que nos presenten a
sus acompañantes en esta historia.
Para ello, cada historia nos presenta un ser de la tradición vasca al que la serora tendrá que enfrentarse y del que tendrá que «salvar» a otros personajes. Entre estos seres, encontramos al zenzengorri, el toro de fuego, los galtxagorri, los duendes de pantalones rojos, el inguma, un demonio de las pesadillas… A ello se sumarán las nunca olvidadas brujas, presentadas en la novela como mujeres de gran poder conectadas a la naturaleza.
Y así la línea entre un mundo y otro se convierte en un delgado hilo rojo.
La figura de la mujer
Ya os he contado que la serora es
una mujer con un hacha, eso siempre es bien, y un rosario en la otra mano; por
otro lado, os he dicho que también encontraremos brujas que conectan con la
naturaleza. Bien, este es el punto clave
de la obra, a nivel mitológico ambas
figuras son cosas distintas, sin
embargo, a medida que avanzamos en la obra vemos que cada una reina en su
dominio, pero que estos no están tan separados como podíamos presuponer.
Esto nos hace ver que tanto la creencia como el entendimiento del mundo es multifacético, ya que ambos grupos de mujeres, las seroras y las brujas, pelean por lo mismo y luchan por exactamente lo mismo, mantener el orden de las cosas. Lo que cambia es la perspectiva, una lo hace desde la fe y otra lo hace desde el poder (entendido este como una conexión con lo natural). El planteamiento del bien y el mal, de lo divino y lo pagano es algo relativo, más bien una postura ante la vida más que como un categórico vital Así vemos que esta histórica incompatibilidad no tendría mucho sentido ¿Y por qué será…?
Efectivamente
Con la Iglesia hemos topado, como se suele decir. Desde el primer relato, donde la víctima es una creyente hastiada del sistema eclesiástico, acá el cura, vemos que la Iglesia es un poder que se entiende a sí mismo de manera cuasi mística. Y esto siempre es peligroso. Desde luego el cura del primer pueblo pinta mal, pero es que a medida que vamos encontrando más hombres de Dios, pintan aún peor.
Sin querer dar muchas más referencias, sí que hay que destacar la aparición de uno de los Inquisidores franceses más temibles de la historia Pierre de Lancre. Escrito en su juventud, Nahikari ha fabulado cómo una persona tan malnacida pudo haber hecho sus primeros pinitos y, la verdad, promete: manipulación psicológica, enfrentamiento a la propia Iglesia y asesinatos por doquier.
Lo formal
Me detengo un momento, antes de terminar, también en la parte formal de la obra. Como decíamos al principio, en la primera parte tendríamos que los capítulos son relatos completos, sin embargo, no estaríamos ante un fix-up, ya que se nos presenta como una historia unitaria que, además, está unida formalmente. Para ello la autora ha empleado el recurso de las cartas.
Entre capítulo y capítulo, o entre historia e historia, un personaje escribirá a su amada su búsqueda de la serora, ya que necesita pedirle un favor. A través de las cartas conoceremos la participación de la Inquisición en todo este asunto y, finalmente, cuando dejen de incluirse en la obra, será cuando descubramos el nudo de toda la obra. De este modo, la obra nos va envolviendo en una espiral: introducción, historia, carta, así hasta que la carta se hacer historia y la introducción ya no es necesaria. Y nos lanzan al final.
A disfrutar de lo dado
La verdad es que se podría una estar horas hablando de las mil cuestiones que podemos desarrollar en La serora, pero es hora de cortar. Lo que sí os puedo decir es que es una obra que es agradecida leída de una y también leída a poquitos, que es una oportunidad muy buena para lanzarnos en el conocimiento de Euskal Herria y que todas las figuras que encontramos en ella están tratadas muy bien y con justicia.
Además, el estilo de la autora es muy ameno de leer, muy gráfica y ágil, así que vamos a ello. Espero que os animéis de verdad con La serora y que lo disfrutéis un montón.
El libro en el Bolsillo
Puedes adquirir el libro👉 : La serora. La cicatriz del norte de Nahikari Diosdado
Puntuación:
Hols
ResponderEliminarNo conocía esta historia, pero ¡Menuda presentación has hecho! Ahora mismo estoy sin mucho tiempo pero, creo que de estos va a caer.
Un bes💕
Hola me ha encantado tu reseña y suena de lo mas interesante, sin duda me lo llevo anotado, saludos
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