La novela a la que nos acercamos hoy nos cuenta la historia de dos hermanas, sí, pero también la historia de cómo los hijos a veces son víctimas de las decisiones de sus padres. La obra es Té para los fantasmas de Chris Vuklisevic, publicada por AdN, y la he leído por un cruce de miradas entre la portada y yo. Espero que os guste.
Entrad en el salón de té. Deleitaos con una taza caliente al abrigo de la lluvia. Escuchad su historia
Agonie es bruja. Félicité, pasadora de fantasmas. Un profundo silencio se ha interpuesto entre estas dos hijas de pastor durante treinta años. Sin embargo, la brutal muerte de su madre las obliga a reunirse de nuevo, muy a su pesar.
Para revivir sus últimas palabras, tendrán que encontrar al fantasma de su madre, por lo que se verán obligadas a recorrer juntas el pasado de esa mujer que amó a una y rechazó a la otra. Pero el fantasma de su madre no aparece por ningún lado, y los testigos de su vida, vivos o muertos, pintan un retrato extraño, incluso contradictorio.
¿Qué quería decirles antes de morir? ¿Quién era realmente esta mujer fragmentada y múltiple?
La búsqueda de la verdad llevará a las dos hermanas desde las calles de Niza hasta el desierto de Almería, desde el Valle de las Maravillas hasta los pueblos abandonados de la Provenza, y a las profundidades de los silencios familiares.
El momento de entenderlo todo
Félicité es una pasadora de fantasmas. Esto quiere decir que ayuda a estos a continuar su camino y dejar este mundo. Una taza de té, una conversación donde surgen las verdades y los fantasmas pueden continuar, porque, en realidad, es lo que también necesitamos lo vivos. Sin embargo, las cosas se complican cuando su madre muere, su fantasma no aparece y tiene que llamar a su hermana Agonie que es una bruja y lleva años desaparecida.
Cuando nos adentramos en esta novela de fantasía lo primero que sentimos es desconcierto. Una voz narradora que parece estar o que estuvo haciendo un reportaje nos dice que nos va a contar la historia de por qué el pueblo de Bégoumas, en Niza, fue abandonado en una noche y para ello nos tiene que contar, no sabemos bien por qué, la historia que Félicité la pasadora de fantasmas le contó.
Y comienza con el testimonio de la protagonista que se alternará con las indicaciones que este historiador nos irá dando, así como las advertencias y explicaciones para que entendamos un mundo donde los fantasmas, las brujas y las diosas habitan con los humanos. Además, encontraremos recortes de algún periódico y lo más importante, poesía para entender lo que no somos capaces de decir con sencillas palabras. Así, nos vamos con Félicité a conocer su historia, la de su hermana Agonie y su madre Carmine.
Relación entre iguales
Una vez que sabemos que lo que se nos ofrece es un testimonio, nos adentramos en él con la perspectiva de Félicité. Su gran drama vital en esencia es uno que su madre la quiera, a pesar de lo que ella ha hecho, que no es otra cosa que seguir su vida en Niza, estudiar para teinóloga y ser pasadora de fantasmas. En el momento en que Carmine, su madre, muere, Félicité se ve en la necesidad de ayudarla una última vez y ahí es donde aparece su segunda espina, su hermana Agonie.
Y este será el primer tema de la
novela, cómo los hermanos, en este
caso hermanas gemelas, se ven muchas
veces impulsados a una competición extraña por el afecto de sus progenitores.
En este caso, el elemento fantástico nos deja claro, en principio, por qué
Carmine prefería a Félicité y no a Agonie. Los
nombres serán algo importante en esta novela y creo que en este caso ambos son
muy descriptivos.
Así que sí, nos lanzamos a la aventura de descubrir dónde está el fantasma de Carmine y con esto su pasado, pero también al desarrollo de la relación entre las hermanas. Y es duro leer esta relación porque no podemos dejar de ver cómo ambas se quieren pero necesitan dañar de alguna manera a la otra. La búsqueda será el pretexto, pero también la oportunidad para conocer ambas perspectivas y las heridas de cada una de ellas.
Relación ascendente
Sin embargo, el gran golpe de la obra es la relación de ambas hermanas con sus familiares en línea ascendente. Nos adentraremos en la relación de las dos con su madre Carmine y desentrañaremos la vida de esta mujer que será todo lo que podamos imaginar. En un principio su retrato es el de una mujer egoísta, tóxica con sus hijas y aviesa, y a medida que vayamos avanzando en la investigación descubriremos que efectivamente era así y más.
En este sentido, la narración en algunos puntos se torna desagradable por lo que nos cuenta, aunque el estilo lírico y embellecido (empleo de muchas figuras, momentos oníricos y fantasía para poder abordar lo que se cuenta) nos ayuda bastante a continuar con lo que se nos cuenta. A través de su historia, veremos cómo ambas hijas buscaron desesperadamente sobrevivir a ella, siendo la captura Félicité y la abandonada Agonie.
Lo curioso es que podríamos pensar que la historia trata de justificar a la madre, de que a través de la comprensión podemos salvar los malos actos de una persona, pero no va por ahí. En un momento dado, para mí muy revelador, alguien invita a Félicité a investigar el pasado de otro personaje y ella contesta que tiene suficiente con justificar a su madre. Nuestra protagonista busca el fantasma de su madre e investiga su pasado porque ella necesita entender, pero no lo hace para salvar el concepto de su madre sino para poder confirmar lo que ella ya sabe, que fue mala y que por muy complicada que fuera su vida no debió usar a ninguna de sus hijas.
La paz del caos
Ciertamente, viendo la premisa y los vaivenes temáticos de la obra puede parecer que es algo duro de leer, pero para mí ha sido una lectura de paz.
Las ambientaciones de Niza y Almería, los dos núcleos principales de la obra, me han hecho viajar a un mundo diferente, lleno de magia, pero no de la buena o de la mala, sino simplemente ese algo sobrenatural que a algunos nos gustaría atisbar en nuestro día a día. Por otro lado, las relaciones personales entre los personajes, porque de esto va la obra al fin y al cabo, donde la crueldad y la condescendencia estaban a la orden del día me ha inquietado a la par que me ha fascinado. Creo que es muy difícil escribir sobre estas relaciones sin caer en cliché so exageraciones y aquí se ha tratado con una naturalidad pasmosa. Finalmente, la forma expositiva de testimonio, increpación directa al lector, la poesía, etc. me ha parecido algo muy estimulante en el proceso lector.
Más allá de lo que he dicho, creo que es una obra que os permite daros un rato de pausa a ver qué pasa y en ese sentido, creo que no he visto otra mejor. Espero que os animéis a haceros un buen té, a sentaros con vuestros fantasmas y que disfrutéis de la novela.
Esta historia me llama muchísimo la atención y estoy segura de que me va a gustar, y tú reseña así me lo confirma. Dehecho lo del té y los fantasmas me recordó al libro bajo la puerta de los susurros de T J Klune
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