Así que, vamos allá, con una obra de teatro llamada Los ochenta son nuestros de Ana Diosdado y publicada por A. Machado libros. Lo he leído como propuesta de lectura para mi colegio y no termino de verlo, creo que tiene mucha miga para ellos. Espero que os guste.
La obra refleja las inquietudes, angustias, ilusiones y aspiraciones de la juventud española en la década de 1980. En el garaje de un chalet situado a las afueras de una ciudad española indeterminada, se reúnen un grupo de muchachos que apenas acaban de superar la adolescencia. En ese escenario tendrán ocasión de conversar sobre los temas que les preocupan.
Esa noche del año
Mañana del día de Nochevieja. En ella se encuentran Jose y Cris, dos amigos que han ido al local donde celebran sus quedadas y sus fiestas. Al encontrarle allí, Cris se sorprende y Jose se pone a la defensiva. Se ha ido de casa y ha pasado la noche en el local. Poco a poco los amigos se van uniendo y avanzamos en la historia.
Una de las razones por las que el teatro es interesante es porque la historia se nos transmite de manera más directa, más viva. En este caso, frente a otros textos teatrales, que quizá se pueden leer con la carencia de representación, nos encontramos ante una historia coral muy rápida en la que la interpretación de los actores es determinante en su seguimiento y entendimiento.
En ella, se nos cuenta la historia de un grupo de amigos que, reunidos en su local, hablan de la fiesta de Nochevieja. A través de dicho diálogo iremos descubriendo los secretos e historias encubiertas que el grupo esconde.
Temas y cómo afrontarlos
Los ochenta son nuestros nos lleva a aquel tiempo indeterminado en
la historia de España en el que ni padres ni hijos sabía muy bien cómo
relacionarse ni qué necesitaban unos de otros. Las nuevas libertades con los antiguos temores y formas convivieron en
un conglomerado explosivo, tal y como se refleja en la obra.
Una voz narradora que irá apareciendo ya avanzadas las escenas, será nuestra voz del destino
y la que nos irá haciendo ver que la historia de esta fiesta tenía un tono
trágico en todo momento. A partir de su primera aparición, nos adentramos en el género de la tragedia, una que estará marcada
por la violencia y la desesperación de
crecer.
De este modo, cuestiones como la muerte, la responsabilidad, el vandalismo y la superación de los traumas se convierten en puntos centrales de las andanzas de estos adolescentes.
Un problema generacional
Mientras avanzamos en esta conversación entre nuestros personajes, descubrimos pronto que hay algo más allá. El suceso es algo clave en nuestra acción, pero saca a relucir los problemas de una generación.
Por un lado, tendremos a Juan y a
Cris. Juan vive desencantado con el nuevo mundo que se abre ante ellos, no se fía del progreso de la sociedad y del
cambio de pensamiento, es verdad que «es mejor esto que morirse», pero en
lo que a él respecta no ha mejorado mucho. Por su parte, Cris cree que algo está sucediendo, que el mundo
va a cambiar y ella quiere participar en ese cambio, sería la visión
optimista de toda una época, pero no por ello ingenua, sabe que hay que
trabajar y que quizá este nuevo mundo no llegue a todos. Por otro lado,
tendremos a Jose, Miguel y alguno más que sacarán
a relucir el problema de las drogas, como la gran mentira de su tiempo,
algo que te destroza, pero que para algunos son la gran esperanza para soportar
la vida. Las desigualdades sociales
continúan en este nuevo mundo y negarlas es un error, sin embargo, la
solidaridad se hace a un lado, muchos
creen que se les condena por no tener problemas, por ser privilegiados, sin
embargo, lo que nos enseña la obra es que lo
que nos mata es la falta de empatía.
Y es cierto que estos problemas son los de una generación, la de los ochenta, pero también es cierto que, si nos paramos a ver el punto de las cosas, en otros grados y quizá direcciones, estamos sufriendo ahora un poco lo mismo. Seguimos siendo aquellos niños que no sabían qué hacer con el tiempo que se les había dado: sabían que querían mejorar el mundo, pero no sabían cómo hacerlo sin matarse en el camino.
Un canto de esperanza
No obstante, y sin desvelar mucho, hay un canto a la esperanza, la creencia de que las cosas se pueden hacer de otra manera. Ahora que ha pasado un generación desde entonces, vemos que fuimos demasiado rápidos y no fuimos capaces de asimilar los cambios de paradigma que nos deparaba el fin de siglo.
Sin embargo, eso da igual, os recomiendo la obra porque creo que como teatro es buena piza y como texto no enseña un poco la confusión de aquellos años, en los que algunos nacimos y otros ya llevaban un poco de andanza. Creo que volver la cara al pasado está bien, creo que sincerarnos con él también. Espero que si os animáis con ella os guste, porque desde luego es un chisme que merece la pena.
Hola!
ResponderEliminarMe suena el nombre de la autora, porque era conocida dentro del mundo del teatro, pero no he leído su obra.
Me hubiera gustado que en mis tiempos de instituto me hubiera ofrecido leer más teatro.
Gracias por la recomendación.
Nos leemos ❤️
✒️ NaMartaielsLlibres
Hola!
ResponderEliminarSuelo leer teatro de vez en cuando y por lo general me gusta. Este me gusta tanto el planteamiento, como la época en la que se desenvuelve, una época que fue bonita y aunque tuvo sus contras, siento nostalgia al evocarla. Muy buena tu reseña.
No he leído nada de Ana Diosdado (solo la conozco por su faceta de actriz), pero me lo llevo apuntado que este mes tengo que leer una obra de teatro de autor contemporáneo y este me viene al pelo
ResponderEliminarHola
ResponderEliminarMira que tiene años que no leo teatro, que la época se me hace interesante, pero no sé si voy a entender todo... Lo apunto en posibles, porque no deja de tener su algo que me llama
Un bes💕
Hola! No conocía este libro la verdad, me suena el nombre de ella por actriz y de teatro leo poco, gracias por traer esta reseña 😃
ResponderEliminarUn saludo y nos seguimos leyendo por aquí 😃
Soy Bea de @libros_bea
A mi con el teatro me pasa lo mismo. Lo leo muy poco pero cuando lo he leído he disfrutado mucho de él y veo que me pierdo cosas muy buenas.
ResponderEliminarFelices lecturas.