[Reseña] Justo un arte. Sobre ‘El arte de ahogarse’ de Ava Reid

Hace un par de días fui consciente de que, terminado el curso, estoy mucho más cansada de lo que creía. No solo han sido cosas de trabajo sino también personales las que se me han ido sumando a la mochila que a día de hoy me tiene casi aplastada contra el suelo. Pero estas cosas pasan, justo, por tirar para adelante con todo y todo el rato, aunque no deberíamos hacerlo.

La obra que hoy reseñamos nos enseña cómo es ese sobrevivir a todo más allá de nosotros mismos. La novela se llama El arte de ahogarse de Ava Reid, publicada por Umbriel, y ha sido una de estas lecturas que ves en la librería y que se te queda enganchada en la mente aunque no sabes muy bien por qué. Espero que os guste.

Trigger warning: violación

Effy Sayre siempre ha creído en los cuentos de hadas. No le ha quedado más remedio, ya que, desde niña, la persiguen visiones del rey de las hadas. Ha hallado consuelo en las páginas de Angharad, la apreciada novela de Emrys Myrddin, que trata sobre una chica mortal que se enamora del rey de las hadas y luego lo destruye.

El ejemplar desgastado de Effy es lo único que la mantiene a flote durante su primer trimestre en la prestigiosa Facultad de Arquitectura de Llyr. Cuando la familia de Myrddin anuncia un concurso para rediseñar la casa del fallecido autor, Effy está segura de que el destino llama a su puerta.

Pero es una tarea imposible: la mansión Hiraeth es una casa mohosa y decrépita a punto de derrumbarse en el hambriento mar. Y cuando Effy llega, ya hay otra persona alojándose temporalmente allí: Preston Héloury, un aburrido estudiante de literatura que está decidido a demostrar que el escritor favorito de Effy es un fraude.

Mientras los dos rivales investigan el legado del solitario autor y reúnen todas las pistas a través de sus cartas, libros y diarios, descubrirán que hay más cosas de las que no pueden fiarse, aparte de los cimientos de la casa. Existen fuerzas oscuras, tanto mortales como mágicas, que conspiran contra ellos... y puede que la verdad los arruine a los dos.

¿Cómo alcanzarlo?

Effy es una estudiante de arquitectura que siempre soñó con ir a la facultad de literatura y estudiar al autor de Angharad, la novela que la ha acompañado siempre. Sin embargo, el veto a las mujeres en esta disciplina la ha alejado de todo ello hasta que la familia Myrddin decide rediseñar la casa del autor. A través del proyecto, Effy viajará a la mansión y conocerá a Preston Héloury, un estudiante de literatura e investigador del legado de Myrddin.

A pesar de que la historia comienza en una facultad, nos encontramos ante una novela de fantasía, con un montón de tintes góticos y cierto toque de romanticismo terrible. Y sé que suena raro esto que he dicho, pero empezando por el final, es que nos encontramos con una historia que por realista nos adentra en un romance nocivo, pero entendible, y que tiene que superar muchos obstáculos conceptuales. Además, las pinceladas de misterio y las escenas que se basan en la inquietud nos acercan a esa fantasía oscura donde realidad y ficción se diluyen un poco en la imagen que se está presentando.

En este sentido, nos encontramos una narración, con líneas líricas muy marcadas y bien insertas en el esquema e hilo narrativo, que nos cuenta la historia de Effy una muchacha que, desde el principio luchará contra dos cosas: el mundo y sí misma.

Dime lo que tengo que hacer

Desde pequeña nuestra protagonista ha tenido cierta visión del mundo que no se ha adecuado con lo que su familia y la sociedad considera adecuado o cuerdo. Ahora en el comienzo de su adultez, Effy se ve impulsada a dudar de todo lo que ve y desarmada para poder interpretar el mundo que la rodea.

No nos encontramos  con una protagonista que sea débil o estúpida, sino con una muchacha que no ha aprendido a reaccionar al mundo porque no sabe si son reales las interacciones que tiene con él. Obviamente, esto no sucede todo el rato en la obra, pero sí en momentos clave para la vida de la protagonista. Además, el mundo que nos presenta la autora tampoco es favorable para ella, ni para ninguna mujer. Nos encontramos con una sociedad en la que se considera que la mujer es demasiado frívola para cualquier trabajo intelectual, por lo que cualquiera de ellas que destaque en este aspecto es algo a anular.

Dime qué tengo que sentir

Siendo esto así, Effy se encuentra con que no sabe tampoco qué siente ella. Sus reacciones ante el mundo son intuiciones que descubre con el rabillo del ojo. Con esto quiero decir que su debate constante sobre lo real y lo que «se inventa» hace que en algunos momentos complicados su reacción sea la parálisis.

Los monólogos interiores, por tanto, serán la herramienta mediante la que conocernos a la protagonista. A medida que avanza la trama, obviamente, los diálogos con Preston irán supliendo este primer momento inicial, pero no dejará de tener ese pensamiento, muy basado en imágenes y sinestesias, en el que se dice qué tiene que hacer o qué está sintiendo.

Pequeña nota literaria

Además de estos dos parámetros en cuanto a nuestra protagonista, nuestro coprotagonista, Preston, también nos presenta un hilo narrativo muy interesante. Su investigación comienza como una mera recopilación de los escritos personales del Emerys Myrddin, autor de Agharad, pero pronto nos enteramos de que se ha desviado un poco.

A partir de ese momento, entraremos en el desarrollo de la teoría literaria sobre el propio libro. Me ha parecido super interesante porque creo que muy poca gente conoce la disciplina que he estudiado y este libro es un ejemplo magnífico. Desde teoría de la recepción, pasando por el, estudio de mitemas, pasando por la semiótica, la novela con muy poco nos da ejemplos perfectos de estos estudios. Esto no solo añade una trama más, sino una profundidad al hecho literario que en pocas novelas se ve.

El arte de ahogarse

A pesar de que nunca lo hago, me centro en el título esta vez. Como os he dicho, nos encontramos ante una novela de fantasía, ya que en este mundo existe la magia, una que no se ve y que parece no manifestarse, pero en la que se cree.

Entre otras cosas esta magia mantiene la paz entre naciones y evita que el continente se inunde de nuevo, y aquí está la clave. La obra juega mucho con la idea de la inundación, el agua que lo cubre y pudre lo que sumerge, y, también, con esa idea de no llegar, de tener que sobrevivir, de vivir bajo el agua.

La metáfora y la realidad en la obra nos permiten hablar de temas muy duros como es el machismo y la violación, de una manera muy sutil, envuelto todo en un halo de fantasía, pero que en un momento determinado se vuelve duro, frío y directo para el lector. Sin ser una novela con contenido sexual, sí que mantiene una erótica que incomoda pero no por explícita sino por su semántica.

A parte de esta idea, a través del agua también se nos hace reflejo de la maldad y de lo «sucio» que puede habitar en nosotros. Lo que se nos exige, lo que nos exigimos, lo que tenemos que abordar porque nos viene de frente, todo ello se nos muestra como aquello que nos aprieta el pecho y con lo que aguantamos encima porque no podemos hacer otra cosa que seguir y seguir.

Para estar bien

Como habréis podido ir viendo, la novela es intensa en su planteamiento y en su ejecución, eso es completamente cierto. Por ello, os la recomiendo, pero también con un poco de cabeza, sabiendo que vamos a una lectura que nos exige tener la mente despejada, que nos va a contar cosas incómodas, pero con la que también vamos a liberar mucho. El agua también sirve para limpiar en la narración, es la que nos ayuda a quitar la mugre y a limpiarnos a nosotros mismos.  Y esto es un poco lo que hace esta historia.

Es una fantasía que la puedes disfrutar como tal y ya está, pero también es una novela que nos describe muy muy bien esa sensación de estar ahogándose en nuestro día a día. Una narrativa poética, bonita y con profundidad que no os dejará indiferentes y que creo que puede gustar mucho. Espero que os animéis con ella.

El libro en el Bolsillo 

Puedes adquirir el libro👉 : El arte de ahogarse de Ava Reid

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