La obra que reseñamos hoy aquí es la continuación de una saga que consta ya de cuatro volúmenes y a cada cual mejor. Volvemos al mundo de Ylandra de Roberto Navarro Montes con su cuarta entrega: Ylandra. Tiempo de destrucción, publicado por Ediciones Labnar. Espero que os guste.
** Esta reseña puede contener spoilers
por ser la cuarta entrega de una saga
En un mundo marcado por las cicatrices de la revolución, la República cierra las puertas a toda negociación y a cualquier atisbo de paz.
El puño de hierro del presidente Deian Wellington se alza implacable sobre La Escuela, desatando una furia incontenible que silencia cualquier oposición.
En Viendavales, los maestros de Astra, ahora libres pero sedientos de venganza, se congregan al amparo de Siara Roscharch.
Bajo su estandarte, un ejército de agraviados comienza a formarse con el apoyo de viejas amistades. Con la Orden de Addai desvaneciéndose en el recuerdo, una Ylandra dormida se debate entre la rabia que emana de su capital y el espectro de una guerra sin fin.
Pocos osan perturbar su letargo, ignorando los susurros de una amenaza que desciende desde el norte. Una sombra colosal, liderada por dioses, se desliza por campos y valles, engullendo a los incautos en la noche eterna de Ellos. El odio los ciega a todos.
La profecía ya domina ciudades. Los ríos bajan rojos. Lejos de la contienda, en territorios donde la ambición teje su red, las conspiraciones florecen.
Nobles y advenedizos sueñan con una república diferente, cuando suenan trompetas y rugen tambores ante el trono de un nuevo monarca.
Mientras, los anirios disfrutan de una libertad recién conquistada, viven una nueva vida, aunque sin saber que lo hacen en tierras malditas, calles condenadas y tiempos de destrucción.
Sin vuelta atrás
Todos mirando hacia el futuro, aunque para cada uno de ellos sea una realidad diferente. Siara y los maestros de La Escuela lucharán por lo que es su hogar y Mara, junto a ellos crecerá buscando realmente cuál es ese sitio. Aleyn y Samel seguirán vagando esperando que alguien les crea y se una ante la gran amenaza. Por su parte, Annelyn seguirá con el plan que ha dado sentido a toda su vida. Y tejiéndose entre todos ellos, el mal y la destrucción se aproxima a Ylandra.
Ubicándonos un poco en las diferentes tramas de los personajes, la cuarta entrega de esta obra de fantasía épica nos dibuja el paisaje en el que nos moveremos. Por un lado, la revuelta de los anirios ha sido un éxito en el oeste, un nuevo orden comienza en el continente, mientras que los irios, capitaneados por su presidente Deian Wellington, deciden emprender la guerra contra La Escuela. Ante esta perspectiva, los maestros huirán buscando perpetuarla allá donde no lleguen los tentáculos de la república.
En un mar revuelto, donde no
tendremos un minuto para descansar, comenzaremos esta historia que nos hará reflexionar sobre el bien y el
mal, la realidad de la verdad y la mentira, y la necesidad de detenernos a
construir nuestra propia historia.
Definitivamente política
Una de las cosas que me engancha
poderosamente de esta saga de fantasía es que, teniendo en cuenta el contexto
de conflicto que se nos plantea desde la primera entrega, siempre ha sido una historia eminentemente política, en la
que la batalla ha sido algo más instrumental que central.
Sin embargo, viendo el punto crítico al que se estaba llegando, parecía que esta entrega iba a ser toda en las trincheras, pero no. El autor ha sabido enfocarnos el conflicto bélico desde otra perspectiva, los despachos, y he de decir que eso me ha fascinado un montón. Esto no significa que no tengamos batallas, ni que perdamos ese punto épico de la fantasía, estas están narradas de manera detallada, pero no densa, y con la claridad suficiente para que podamos entender qué pasa, dónde y a quién.
Ahora bien, una vez que los ejércitos se retiraban, el autor nos ha enseñado no solo el conflicto dialéctico, que parece el propio de este tipo de novelas, sino el de filiaciones e intereses, de manipulación, mentiras y verdades que hace que los personajes no sean buenos o malos, sino que la escala de grises sea muy muy diversa.
Lo humano frente a lo divino
Y como sucedía, sobre todo en la entrega anterior, una de las cosas complejas de la historia es que la guerra no solo se disputa entre bandos o naciones, sino que habrá un elemento sobrenatural que entrará en conflicto con todo el mundo. Este parecía que iba a descubrirse y en este tomo, ya que como le pasa a algunos personajes, y al lector, parece evidente su aparición en el tablero de juego, no obstante, hay facciones que no se dan por enteradas.
Esto también me ha gustado mucho, porque podría ser “algo desesperante” porque nos parece evidente, sin embargo, en la construcción de la trama el autor ha sabido “hacer tontos” a los personajes. Para ello, ha empleado emociones como la venganza o el miedo de manera magistral. No diré mucho más, para no hacer spoiler, pero la razón final de uno de los personajes para obviar la cuestión me ha parecido una genialidad.
Entre la vida y la muerte
A nivel de personajes, nos encontramos con una evolución esperable y algunas cosas muy aplaudible. Como decía más
arriba, van adquiriendo matices, a
través de nuevos conocimientos, recuerdos recuperados o experiencias bastante
críticas, que hacen que se enriquezcan y
que se alejen de la polarización.
Todos tienen algo por lo que
luchar, alguien a quien encontrar y un anhelo que cumplir y para ello harán
todo lo que esté en su mano. Sin embargo, el
mundo en el que están ahora no es el
mismo que en el tomo uno, es un mundo
más hostil, más peligrosos y que ya no les pertenece.
En este sentido, encontraremos a
personajes al borde de muchas cosas, pero esencialmente, entre la vida y la
muerte, un estado donde las decisiones
no siempre pasan por la razón y donde el poder que uno tiene puede tambalearse
por lo más mínimo. Esta situación de caos y tensión, la transmite muy bien
el autor gracias a un ritmo muy ágil y
donde el diálogo y la explicación están muy compensados.
Temor y ansia
Cuando terminamos esta entrega, sabemos que estamos cerca ya del fin. El mundo en el que nos hemos sumergido está cambiando a pasos agigantados y todos los recuerdos que teníamos de él se han esfumado.
Ahora toca a los personajes pelear por algo que no perezca, ellos, el mundo…, y al lector temer porque de alguna manera todos hagan lo correcto para salvarse de alguna manera. Por eso digo también que da ansia, me he quedado con un montón de ganas de seguir.
Un mundo en crisis, unos personajes complejos y bien escritos y un conflicto que ya, de ninguna manera, se va a solucionar. Os animo a que si no habéis entrado en Ylandra entréis, ya que se lee que da gusto, y que si lo habéis hecho, os lancéis a la lectura sin duda porque no os va a defraudar nadie. Espero que os guste.
El libro en el Bolsillo
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