[Reseña] Una mala herencia. Sobre ‘La tejedora del velo negro’ de Sangue Shi y Andry Who

No sé si os pasará a vosotros, pero a mí últimamente las películas de terror no me dan ningún miedo, a no ser que tenga algún componente religioso de por medio. Y mirad que yo no soy religiosa, pero no sé qué hay en lo trascendental que desde siempre me ha podido. En literatura, me cuesta un poco menos sumergirme en esa atmósfera de terror, pero sigue siendo ese componente el que más mal rollo me da.

La novela que reseñamos hoy es un ejemplo de este tipo de novelas que parten de un hecho insólito para ir manejando nuestras ideas más primarias y someternos a esa incertidumbre. La obra se llama La tejedora del velo negro, de Sangue Shi y Andry Who, a quienes ya conocemos por su obra Akame. Espero que os guste.

Villa Layledd era una aldea como cualquier otra: un lugar donde se respetaba temerosamente la Ley Divina, un lugar donde las brujas y los infieles eran perseguidos y ejecutados. La Villa pasó desapercibida en aquel páramo baldío y solitario, al igual que algunas de sus curanderas y hechiceras. Sin embargo, una Maldición cayó sobre los ruines habitantes de la aldea. La Venganza llegó con el Viejo Pacto…

Siglos después, Noah De Angelis trabaja de vigilante nocturna en la Morgue de Mount Fitzgerald, a las afueras de St. Beauté, en la Comunidad de Deception Valley. Noah lleva cinco años viviendo allí, pero nadie sabe nada acerca de su pasado; un oscuro y siniestro pasado que ella ha tratado de olvidar a toda costa. Los fantasmas de Villa Layledd han regresado y van a por ella; el Pacto con las Tinieblas debe ser cumplido…

Un incidente extraño

El único mandato en Villa Layledd era respetar la Ley Divina, por ello brujas y demás entidades fuera de ella eran perseguidas hasta llevarlas a la hoguera. Solo quedó una, demasiado pequeña, demasiado inocente para ser condenada. Sin embargo, una bruja nunca olvida y así es como cayó la maldición en la pequeña aldea. Siglos después, la única superviviente de la catástrofe de Villa Layledd, Noah De Angelis, tendrá que enfrentarse a la maldición. El antiguo pacto debe ser cumplido.

Contada a dos tiempos, esta historia de fantasía nos adentra en los secretos de Villa Layledd, una aldea en la que la brujería está perseguida y donde la religiosidad es fervorosa. En la antigüedad, seguiremos las investigaciones de sacerdotes, sobre los males que asolan la villa; en la actualidad, acompañamos a Noah De Angelis para enfrentarse a su pasado, como única superviviente de la población. De este modo el lector, se introduce en la investigación no solo de qué sucedió con la última bruja condenada, sino también en saber qué tiene que ver Noah en todo esto.

Para ello, el autor nos lleva de la mano dando diferentes saltos temporales, tanto en la vida de Noah, como en los sucesos en la villa, y no se limitará en la descripción de los hechos escalofriantes que suceden a lo largo de toda la trama, otorgándoles explicitud y buenas dosis de terror fantástico.

Sistema expositivo

Una de las cosas que más me ha llamado la atención de la novela es cómo, para poder dar cierta objetividad y veracidad a la ficción, se han narrado las circunstancias. Para dar testimonio, se ha optado por la elaboración de diarios en primera persona, que nos narran casi minuto a minuto los sucesos acaecidos en el siglo xviii; narraciones en tercera, que nos cuentan la perspectiva de Noah; informes médicos, recortes de diarios, etcétera.

Bajo mi punto de vista, esta diversidad de modos expositivos, aparte de darle ese realismo a la narración, ayuda agilizar la trama. Estamos enfrentándonos a hechos insólitos que, durante el siglo dieciocho, podemos asimilar, pero que nos aterrorizan más en nuestra contemporaneidad y más cuando encontramos las explicaciones que la ciencia intenta darle.

Es esa idea de que el lector sabe mejor que los personajes qué está pasando en tal sitio o con tal persona y, por tanto, ese sobrecogimiento ante lo evidente imposible te aborda.

Aterrorizada, pero decidida

Ahora, si me tengo que centrar en los personajes, esta novela me ha ofrecido a una protagonista muy curiosa. A lo mejor pensáis que, en realidad, no tiene más opción porque si no, no avanza la trama y en cierto sentido es verdad. Sin embargo, creo que el autor nos presenta a una protagonista coherente.

Durante toda la narración Noah tiene cierta idea de ausencia, como que aquello extraño que está pasando no le está sucediendo a ella, hasta que le explota en la cara, claro. Justo en ese momento, cuando la evidencia le asola, podemos entender el miedo que la recorre y nos asombra su gestión. Normalmente, los personajes intenta huir o son grandes héroes que se enfrentan a lo que les viene, en el caso de Noah creo que lo afronta llena de miedo y porque necesita que la problemática se cierre. A lo mejor no me estoy explicando bien, pero en el resto de personajes de estas características siempre he visto cierta idea de destino insalvable, de valentía extraña, que no las veo en ella, lo cual, para mí la hace más humana.

Además, el estilo que el autor ha impreso en la trama es muy interesante. Alterna diferentes estilos de habla, para adecuarse a las diferentes épocas y tonos de cada personaje, y, además, encuadra muy bien todo aquello que tiene que ver con lo sobrenatural. Las descripciones que podemos encontrar no son en exceso detallistas, pero sí nos permiten hacernos una idea del entorno, que te envuelve, y de los sucesos para normales, eligiendo además enclaves malrolleros por excelencia.

Ese escalofrío por la espalda

Hacía tiempo que no leía una obra que me diera miedo. En este caso, no ha sido un acobardamiento enorme, pero sí un mal estar, un escalofrío en algunas escenas,  que hacía tiempo que no me pasaba. Me ha gustado mucho volver a tener esas sensaciones con una historia.

Los personajes, la manera de narrar y lo cuidado del texto en sus detalles, me hace recomendároslo mucho. Una narración que engancha, que te invita a seguir para saber qué pasa y que nos lanza por los hitos del mundo de las brujas. Espero que os animéis con él.

El libro en el Bolsillo

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